Escrito por Maurys Alfonso Risco, un arquitecto cubano que ha calificado a la torre como "un puñal en el paisaje de La Habana", el artículo recoge argumentos sólidos de lo desproporcionado que resulta ese edificio en ese lugar: "la estructura no es más que un enorme bloque que ignora descaradamente las regulaciones urbanas de El Vedado y afecta negativamente a los residentes locales"
La crítica arquitectónica es terreno difícil y traicionero. Para Blair Kamin, crítico de arquitectura del Chicago Tribune: ´Los buenos críticos conocen bien su territorio. Muchos medios de comunicación se limitan ahora a recopilar imágenes y noticias sin aportar ningún punto de vista. Eso no es una crítica, es una farsa´.
"Nunca mejor aplicado lo dicho que al lleva y trae mediático del edificio erigido en K y 23. "La torre de la discordia" en La Habana ha sido utilizada a diestra y siniestra, por contemporáneos Bárbaros y Romanos. Es, ciertamente, una píldora grande y difícil de tragar para una ciudad parcialmente en ruinas, que cumple sus 505 años sumergida en el limbo post desordenamiento económico.
"Varias veces la contienda ha pasado a mayores cuando los análisis van a lo profundo. Y de una forma u otra, ´la orden de defender K y 23 está dada´. Participante en las fiestas, considero que sigue ausente un análisis objetivo de mínima profundidad, por el aquello de entregarnos a las pasiones bélicas antes que al razonamiento. Tales análisis, si bien presentes en chats y grupos de profesionales afines a la arquitectura, permanecen en el anonimato, sabedores de que sus observaciones jamás encontrarían un medio de difusión dispuesto, porque se juega con la cadena… (pero no con el mono), y el arquitecto no tiene voz ni voto pues su participación independiente está vetada. Ya decía el gran maestro Mario Coyula: «¿arquitectos para qué?».
"Partamos del hecho de que el edificio está ahí, vino para quedarse y, de una manera u otra, habrá que convivir con él. Llama la atención que el nuevo hotel sea el que más polémica haya suscitado, ya que muchas de las nuevas edificaciones son bastante cuestionables por distintas desavenencias entre su entorno y su estética, sus modelos importados y, por mucho, su divorcio con las condicionantes climáticas y socio económicas de la Isla. Quizás el motivo sea su posición y tamaño, que destaca en el centro neurálgico de la ciudad; tal vez se deba a su reto estéril al siempre elegante Habana Hilton, o Libre, como le desee llamar el lector.
"Existe una fanfarria que anuncia la contemporaneidad de su diseño, soportada por graciosas imágenes que los más caros celulares obtienen en la noche, donde todos los gatos son pardos. Si lo analizamos a primera vista, puede hacerse un rápido paralelismo con el edificio que acoge a las Naciones Unidas, terminado en 1952 y con diseño de Wallace Harrison, Oscar Niemeyer y Le Corbusier; sin osar ni tratar de ofender a estos maestros de la arquitectura moderna.
"Cito estos arquitectos a detalle, como debe ser; sin embargo, esta es práctica muerta en la Isla, y menos en ese tipo de inversiones, cuyo proyecto es foráneo y apenas se deja que los anónimos arquitectos cubanos propongan soluciones puntuales y cosas menores; no así los ingenieros, que llevan la voz cantante en su especialidad. De ahí para acá, la torre de K y 23 pudiera parecerse a cualquier edificio a lo largo de los últimos 72 años. A pesar de ello, la publicación Juventud Técnica del 16 de mayo de 2023 acota que la misma «agrega una extraña e, incluso, polémica contemporaneidad a La Habana».
"Se habla mucho de su originalidad y se hizo alarde de su portentoso balcón que, según algunas publicaciones, hospedaría una piscina. Posteriormente se conoció que la piscina sería interior en ese mismo nivel, y que el balcón —popularmente conocido como «la gaveta»—, sería meramente eso; aunque tendrá vistas impresionantes sobre el litoral y el techo del hoy Tryp Habana Libre".
El concepto del arquitecto Maurys Alfonso tiene un sólido peso para evaluar la torre, pero para el cubano de a pie solo lo ve como un gigante inútil y trasgresor que nada aporta para su bienestar. Además, está tan desproporcionado, como humillando al muy querido por los capitalinos, Habana Hilton que nunca formará parte del espíritu del cubano.
Esto sin contar, la baja experimentada por el turismo cubano en este 2024.
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