En medio de la grave situación que atraviesa Cuba, marcada por apagones, falta de agua y una economía paralizada, se han revelado denuncias sobre la prioridad que los dirigentes comunistas le han dado a sus negocios privados en lugar de atender las necesidades del pueblo.
Según revelaciones exclusivas del influencer Darwin Santana, en la provincia de Holguín, el negocio conocido como “El Flamboyán”, donde Miguel Díaz-Canel y su esposa Lis Cuesta tienen participación accionaria, ha gozado de electricidad contínua, contrastando con la situación crítica de hospitales donde se reportaron muertes por falta de energía eléctrica durante el colapso total del sistema eléctrico que duró cuatro días.
Este establecimiento, presuntamente gestionado directamente por la NO primera dama, conocida por "la machi", quien es natural de Holguín, refleja un uso cuestionable de los recursos mientras la mayoría de los cubanos afronta apagones inmisericordes.
Y por supuesto, todos estos negocios no son desconocidos por Raúl Castro, que sigue encabezando desde "su retiro" a la cúpula dirigente.
El Flamboyán es mencionado como un lugar que funciona a modo de centro comercial o supermercado en Holguín. Aunque no es comparable con los grandes centros comerciales de otros países, para la realidad cubana se considera un establecimiento de cierta relevancia. Fuentes confiables aseguraron a Darwin Santana que el establecimiento estaba “bien alumbrado” y la comida no se echó a perder, contrastando con la situación de la mayoría de la población cubana que enfrenta cortes de energía prolongados. Otros negocios y Mipymes se vieron obligadas a rebajar toda su mercancía congelada, pues se iba a descomponer, por lo cual cayeron en pérdidas.
En respuesta a la ineficiencia del gobierno, las manifestaciones han crecido en todo el país. La indignación popular se ha expresado en protestas nocturnas y cacerolazos. Desde el colapso eléctrico, se han registrado múltiples noches consecutivas de manifestaciones, con los ciudadanos pidiendo algo más que el restablecimiento de los servicios básicos: ¡exigen libertad y el fin del régimen!.
La situación actual ha reavivado viejas acusaciones. En años anteriores, el régimen pidió préstamos millonarios a Rusia para mejorar la infraestructura eléctrica, prometiendo una mejor relación con Estados Unidos que nunca se materializó. Sin embargo, el destino de esos fondos es incierto y las condiciones del sistema eléctrico han empeorado con el tiempo. El uso del dinero en beneficio de negocios privados ha causado indignación y reforzado la percepción de corrupción en el gobierno.
La revelación de que el régimen ha priorizado el turismo y ciertos negocios ligados a la cúpula, dejando a hospitales y servicios públicos sin recursos, ha sido un detonante de la actual ola de protestas. Entre los casos más graves, se reporta la muerte de varios niños en hospitales maternos, donde la falta de electricidad imposibilitó su atención adecuada.
Desde el régimen castrista, se insiste en culpar al embargo estadounidense de la situación, calificando las manifestaciones como actos vandálicos. Sin embargo, la creciente frustración de la población evidencia un descontento más profundo, dirigido hacia la ineficacia y corrupción del propio gobierno.
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