Por estos días, el padre camagüeyano Alberto Reyes ha acaparado espacios noticiosos por su enérgica y viril postura en contra de lo mal hecho y en beneficio del pueblo cubano que tanto sufre, que no es más que los postulados de Jesucristo. Nada pueden echarle en cara los dictadores pues sólo defiende a sus feligreses que en sentido amplio, es a todo el pueblo cubano.
Ahora el padre, a quien le prohibieron tañer su campana por la libertad y la paz, ha seguido mostrando su sentir; he aquí una muestra:
"He estado pensando… (LXXXIX)" por Alberto Reyes Pías
"He estado pensando en el poder de las consignas... Las consignas son frases cortas. Están hechas para motivar, para levantar los ánimos e infundir fuerzas cuando cuesta seguir adelante, y también para iluminar en los momentos de oscuridad; para que nos aferremos a ellas cuando todo a nuestro alrededor es incierto y oscuro.
"Pero como suele ocurrir, existe además otra cara y las consignas pueden ser usadas para manipular, para llevar al otro por donde queremos, infundiéndole una fuerza que lo haga tomar un camino, sin que se pregunte, si es ese el camino que quiere seguir.
"Así, desde el inicio de eso que llamamos “Proceso revolucionario”, que ya en sí es una frase hermosa y motivadora, nos han ido regulando, manejando y cortándonos las las a golpe de puras consignas, de las cuáles menciono sólo algunas.
"Nos enseñaron a gritar: “¡Pin, pon fuera, abajo la gusanera!”, para que canalizáramos nuestro odio y nuestra ya incipiente frustración contra aquéllos que, desde el inicio, no quisieron apoyar este sistema. Y muchos gritaron, y delataron y agredieron a los “gusanos” que abandonaban el paraíso revolucionario, antes de seguirlos silenciosamente; desde aquellos días hasta hoy.
Nos repitieron hasta la saciedad que éramos el “Faro y guía de América”, mientras lo que las Américas veían era una propaganda prefabricada y falsa. Pero siempre es hermoso sentir que se es luz para alguien.
"Nos adoctrinaron haciéndonos creer que “El mundo avanza inexorablemente hacia el socialismo” y cuando el comunismo cayó estrepitosamente en Europa del este, haciendo pedazos el mito, desplegaron ante nuestros ojos un cúmulo de banderas para intentar convencernos de que aquí no ocurriría lo mismo, porque nosotros, a diferencia de los pusilánimes europeos: “Somos un pueblo heroico”, “Somos un pueblo combatiente”, donde “Los hombres mueren, pero el Partido es inmortal”, donde “Sí, se puede”, donde había que “Resistir y vencer”.
"Todo esto en medio de una sucesión de períodos “especiales” provocados por un declive continuo de la economía y un deterioro general que iba desde las fachadas de las casas hasta las industrias más emblemáticas, y que ha terminado anidando en el alma de la gente, robándole su alegría y sus ganas de vivir.
"Y ante la experiencia de la nada, de la escasez creciente y la falta de soluciones, volvían, enérgicas, las consignas, porque en lugar de plantearnos un cambio sanador, teníamos que “Hacer más con menos”, “Ir por más” y “Convertir los reveses en victorias” porque, de hecho “Siempre se puede más”, en una Revolución que “no abandona a sus hijos”, aunque te haga la vida miserable, provoque la emigración de tu familia, te advierta con amenazas que no tolerará una protesta y te reprima al menor intento de cuestionamiento.
El tiempo ha transitado por nuestra tierra, con su paso lento y continuo, y nos ha visto empobrecernos y entristecernos, nos ha visto sufrir en silencio y a gritos, pero siempre al ritmo obsesivo de las voces de mando que nos piden seguir caminando “Hasta la victoria siempre”.
Como siempre que leemos al Padre Alberto Reyes afirmamos ¡Sin comentarios! Sencillo: ¡todo está dicho!
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