La disputa por la propiedad de la marca de ron Havana Club, que enfrenta a Cuba y Estados Unidos, reaviva un conflicto de varias décadas que ahora cobra nueva fuerza con la promulgación de una ley estadounidense que busca proteger marcas consideradas “robadas”. Esta controversia, que mezcla política, economía y derechos de propiedad, ha puesto en jaque a dos gigantes: el consorcio cubano-francés Cuba Ron-Pernod Ricard y la multinacional estadounidense Bacardí.
Según un reportaje del diario El Clarín de Argentina, la nueva legislación estadounidense podría cambiar las reglas del juego. La llamada “Ley para no reconocer marcas robadas”, firmada por el presidente Joe Biden el pasado 1 de diciembre, prohíbe que tribunales y agencias federales reconozcan marcas confiscadas tras la revolución de 1959, a menos que los propietarios originales hayan dado su consentimiento. Esta norma, impulsada por políticos de ambos partidos, como el futuro secretario de Estado Marco Rubio, tiene como objetivo frenar el uso de marcas que fueron nacionalizadas por el régimen cubano.
El origen de la disputa
El ron Havana Club tiene dos historias paralelas. Por un lado, Cuba Ron, en asociación con Pernod Ricard, produce y comercializa esta marca en 125 países desde 1993, con excepción de Estados Unidos debido al embargo. Por otro lado, Bacardí, que compró los derechos de la familia Arechabala, antigua propietaria de la marca, produce en Puerto Rico un ron con el mismo nombre, utilizando la receta original de 1934.
La batalla por el registro de la marca en Estados Unidos comenzó en 1995, cuando Bacardí impugnó el derecho de CubaExport, la organización cubana encargada de comercializar Havana Club, a usar el nombre en territorio estadounidense. Aunque la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO) renovó el registro para CubaExport en 2016, la nueva legislación pone en duda la posibilidad de una renovación en 2026.
El impacto económico de la disputa
La relevancia de esta disputa va más allá de lo simbólico. El mercado mundial del ron, según la consultora Research and Markets, podría crecer a una tasa anual del 7,7%, pasando de 19.100 millones de dólares en 2024 a 32.200 millones en 2031. Para Bacardí, mantener el nombre Havana Club en Estados Unidos representa una ventaja competitiva clave, mientras que para Pernod Ricard, perder el derecho al nombre en ese mercado supone un golpe significativo a sus aspiraciones futuras.
Reacciones y acusaciones
Como era de esperarse, Bacardí ha celebrado la aprobación de la nueva ley, mientras que Pernod Ricard ha expresado su “profunda decepción”. Aunque actualmente no puede vender Havana Club en Estados Unidos debido al embargo, el consorcio franco-cubano apuesta a que en algún momento se levantarán las sanciones, y considera injusto que su marca pueda ser utilizada por un competidor.
Desde La Habana, las reacciones han sido contundentes. El gobierno cubano ha calificado la nueva ley como “una patente de corso que ensancha el camino para consolidar el robo de marcas cubanas legítimamente registradas”. Además, denunció que esta medida responde a los intereses “oscuros” de los sectores anticubanos más agresivos en Estados Unidos.
Un conflicto que trasciende el comercio
La disputa por Havana Club es sólo un capítulo más en las tensas relaciones entre Estados Unidos y Cuba, marcadas por el embargo económico que Washington impone desde 1962. Tras el breve deshielo promovido por Barack Obama, las sanciones se endurecieron durante la administración de Donald Trump y han continuado bajo el mandato de Joe Biden, con pocas señales de flexibilización.
En este contexto, Havana Club se convierte en un símbolo de la lucha por la soberanía económica y la resistencia cubana, pero también de los intereses comerciales y políticos en juego. Mientras tanto, el desenlace de esta saga judicial podría tener implicaciones duraderas para las relaciones bilaterales y el futuro del mercado global del ron.
Havana Club se comercializa en 125 países a través de una organización llamada CubaExpor, menos en los EEUU debido al embargo que Washington aplica contra la isla desde 1962. A pesar de esta excepción, Cuba logró registrar la marca en los EEUU durante 20 años desde 1976, lo que Bacardí impugnó a partir de 1995.
Bacardí comenzó entonces a vender su propio ron en Estados Unidos bajo la marca Havana Club. Para Bacardí, aunque su ron se fabrica en Puerto Rico, tiene raíces cubanas, pues sigue la receta original creada en 1934 por la familia Arechabala, exiliada después de la revolución y que perdió sus derechos sobre la marca en 1974.
Desde entonces, la disputa comercial no ha cesado. Dado el auge del mercado del ron, hay mucho en juego. Según un reciente informe de la consultora Research and Markets, con sede en Dublín, se prevé que el mercado mundial del ron crezca “a una tasa anual media de 7,7% entre 2024 y 2031″, pasando “de 19.100 millones de dólares en 2024 a 32.200 millones en 2031″.
En 2016, la Oficina de Patentes y Marcas de Estados Unidos (USPTO, por sus siglas en inglés) renovó por otros 10 años el registro de la marca Havana Club para CubaExport, pero la promulgación de la nueva ley podría dificultar la renovación del registro en 2026.
Como era de esperar, Bacardí ha festejado la adopción de la norma, mientras que Pernod Ricard expresó su “decepción” por una legislación que “pone en duda sus derechos de larga data sobre la marca Havana Club en Estados Unidos”. Aunque el embargo le impide vender botellas de Havana Club en ese país, el grupo francés cree que algún día se levantarán esas sanciones y será penalizado si su marca ya es utilizada por un competidor en ese mercado.
Para John Kavulich, director del Consejo Comercial Cuba-Estados Unidos, con sede en Nueva York, “se trata de un éxito inmensamente rentable para Bacardí”, pues “se ha gastado poco dinero” en grupos de lobby “para lograr el objetivo” de promulgar una ley favorable a sus intereses que, subraya, ha suscitado poco debate entre demócratas y republicanos.
Tras el breve deshielo iniciado con Barack Obama (2009-2017), seguido de la línea dura adoptada bajo el primer mandato del republicano Donald Trump (2017-2021), con un reforzamiento de las sanciones, la administración demócrata de Joe Biden ha hecho poco por flexibilizar las medidas de su predecesor, cuya política hacia Cuba podría endurecerse de nuevo.
La Habana denunció enérgicamente la nueva ley como “una patente de corso que ensancha el camino para consolidar el robo de marcas cubanas legítimamente registradas” en los EEUU. “Una vez más, el Gobierno de Estados Unidos brinda espacio a los intereses oscuros de los sectores anticubanos más agresivos”, denunció el gobierno cubano.
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