Con el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca y el nombramiento de Benjamín León Jr. como embajador en España, indiscutiblemente las relaciones entre Washington, Madrid y La Habana entran en una nueva fase. Y es que con toda seguridad, León no será una tierna ovejita que llega para repartir sonrisas ni para construir puentes.
Su misión está implícita; clara y directamente pudiera desmontar las "complicidades" que España ha mantenido durante décadas con el régimen cubano, especialmente bajo el gobierno de Pedro Sánchez. Y no es casualidad que sea un cubano exiliado, símbolo del rechazo al castrismo, quien lidere esta tarea. Trump, con un gobierno que incluirá a cinco cubanoamericanos en puestos claves, deja claro que su política hacia Cuba será de confrontación y que no tolerará que aliados del régimen, como España, sigan mirando hacia otro lado.
España lleva décadas en un papel ambivalente con Cuba. El peso de la historia es innegable: la Isla fue su última gran colonia y eso sigue influyendo en una relación teñida de paternalismo y nostalgia. Para muchos en la política española, Cuba no es solo un socio comercial, sino una “hermana menor” que merece trato especial. Esto ha permitido que Madrid mantenga un acercamiento a La Habana incluso en los momentos más oscuros del régimen castrista.
Pero la historia no es el único factor. El rechazo al "imperialismo estadounidense" también ha sido clave, especialmente en la izquierda española, que ve en Cuba un símbolo de resistencia al poder norteamericano. Para Pedro Sánchez, el PSOE y sus socios comunistas en el gobierno, este discurso se ha convertido en un mantra, justificado además por la diplomacia económica que prioriza el diálogo sobre la confrontación.
Más allá de los discursos, lo que realmente sostiene esta relación son los intereses económicos. España es uno de los mayores socios comerciales de Cuba y el principal inversor europeo en la Isla. Las cadenas hoteleras como Meliá, Iberostar y NH tienen una presencia dominante en el turismo cubano, un sector controlado por el régimen a través de GAESA, el conglomerado militar. Estas empresas generan millones de euros en ingresos, tanto para sus accionistas como para el gobierno cubano. Además, España exporta productos esenciales a Cuba, desde alimentos hasta maquinaria. Todo esto hace que Madrid tenga mucho que perder si las relaciones con La Habana se tensan.
Con Trump de regreso, no hay duda, las cosas cambiarán. Benjamín León no solo es un embajador; es un mensaje viviente. Su perfil como superviviente del castrismo subraya la narrativa de Washington: el régimen cubano es responsable de décadas de sufrimiento y opresión y quienes lo apoyen, directa o indirectamente, serán cuestionados.
León tiene una tarea clara: presionar a España para que reduzca sus vínculos con Cuba y adopte una postura más crítica. Esto no será fácil. Para el gobierno de Sánchez, romper con La Habana significaría enfrentarse a los intereses económicos de empresas españolas y renunciar a una política exterior que ha privilegiado el diálogo.
Y hay más: ¡la presión no será solo diplomática; también será económica!. Las empresas españolas en Cuba podrían verse afectadas por nuevas sanciones o por un endurecimiento de las reglas de juego. Ya en su primer mandato, Trump demostró que no le tiembla la mano para imponer restricciones, como el Título III de la Ley Helms-Burton, que afectó directamente a firmas como Meliá. Ahora, con un embajador tan determinado, las tensiones podrían escalar rápidamente.
Trump ha demostrado su disposición de imponer aranceles y sanciones a países que no se alineen con sus políticas. Durante su primer mandato, ya aplicó aranceles adicionales del 25% a productos españoles como el aceite de oliva, el vino y el queso, afectando significativamente las exportaciones españolas a Estados Unidos.
España se encuentra en una encrucijada. Seguir con su política de acercamiento a Cuba podría poner en riesgo su relación con Estados Unidos, mientras que adoptar una postura más crítica hacia La Habana sería un golpe para sus intereses económicos. Además, un cambio abrupto podría ser percibido como una claudicación ante Trump, algo políticamente costoso para Pedro Sánchez. Sin embargo, la realidad es que con Benjamín León en Madrid, será cada vez más difícil sostener el equilibrio.
El tiempo dirá si Sánchez y su gobierno opta por mantener su relación con el régimen cubano o si cede a la presión de un Trump más agresivo y un embajador decidido a cortar las viejas complicidades. Lo que está claro es que León no viene a dialogar. Viene a imponer una nueva realidad. Y esta vez, España tendrá que elegir un bando.
¡Así es el primer supermercado español en Cuba que marca el camino hacia la dolarización!
Hace 1 día
Dictaduras de Irán y Cuba fortalecen alianzas estratégicas en medio de crisis económicas
Hace 2 días
'In crescendo' el número de jóvenes cubanos listos para firmar con organizaciones de MLB
Hace 2 días