La Habana cuenta con un nuevo punto comercial que no deja de generar comentarios: el supermercado Vima, situado en la esquina de Infanta y Santa Marta, emerge como uno de los establecimientos más recientes del conglomerado militar Gaesa, que opera a través de Cimex.
Este comercio, presentado como “un proyecto de colaboración con el proveedor Vima”, destaca por sus anaqueles repletos de productos mayoritariamente etiquetados con la marca española fundada por Víctor Moro Suárez.
La presencia de Vima en la Isla no es nueva. Esta empresa, que se consolidó como la mayor distribuidora alimentaria en Cuba desde su fundación hace 30 años, mantiene una fuerte asociación con el conglomerado militar Gaesa. Su enfoque ha sido abastecer hoteles y zonas turísticas, sectores donde la divisa extranjera fluye con más regularidad que en el mercado interno. Sin embargo, la reciente inauguración de su supermercado plantea un nuevo escenario que los cubanos perciben con críticas y resignación.
En contraste con el mediático supermercado de 3ra y 70, abierto un día después, la tienda de Infanta y Santa Marta tiene particularidades propias. Mientras que no se aceptan dólares en efectivo, los clientes pueden pagar con la tarjeta Clásica, un medio electrónico de pago recargable en divisa estadounidense. También se permite el uso de Moneda Libremente Convertible (MLC), aunque empleados del lugar sugieren que esto podría cambiar pronto. “Puedes pagar con MLC, pero te recomiendo que te hagas la Clásica, porque las colas para sacarla después van a ser violentas”, advertía una cajera a un cliente.
La tarjeta Clásica, promovida de manera insistente por Cimex y su personal, tiene un costo de 5 dólares. Aunque su uso ofrece descuentos del 5% en tiendas y del 10% en hoteles, cada recarga implica un costo adicional de un dólar. Esto refuerza la percepción de que las autoridades buscan avanzar hacia una mayor dolarización del mercado interno, algo que el primer ministro Manuel Marrero mencionó recientemente ante la Asamblea Nacional.
Críticas y contrastes en el terreno
El supermercado Vima destaca por su organización y abastecimiento, pero también por la vigilancia excesiva que se observa en sus pasillos. En un video compartido por el youtuber cubano Victor G, se aprecia la incongruencia entre el número de vigilantes y la sola trabajadora encargada de revisar las bolsas a la salida. “¿Y qué quieren que haga, si soy yo sola?”, replicaba la empleada ante las quejas de los clientes por las demoras al salir.
A las puertas del comercio, una jubilada expresó su frustración. Con un paquete de detergente como única compra, la mujer lamentó que los precios sean inaccesibles para la mayoría. “Está bonita y tiene muchas cosas, pero esto no lo puede pagar cualquiera”, comentó. Además, criticó la calidad de los productos Vima, ampliamente rechazada por los consumidores cubanos desde su introducción en 1994.
Privilegios empresariales y controversias
La trayectoria de Vima en Cuba no esta exenta de privilegios y cuestionamientos. Registrada oficialmente en 2022, la empresa se beneficia de una relación cercana con Gaesa, que le permite operar con ventajas inalcanzables para la mayoría de las compañías extranjeras. Su fundador, Víctor Moro Suárez, lleva más de 25 años residiendo en la Isla y fue presidente de la Asociación de Empresarios Españoles en Cuba. De ahí que ahora tenga la recompensa a blanquear la falta de libertades de la isla.
Mientras el supermercado Vima abre sus puertas, la realidad económica de los cubanos plantea una dura contradicción: los productos están disponibles, pero lejos del alcance de quienes dependen de sus ingresos en moneda nacional. El avance hacia la dolarización, simbolizado por iniciativas como la tarjeta Clásica, profundiza las desigualdades y alimenta el descontento en una sociedad ya fracturada.
La Habana, una ciudad marcada por contrastes, encuentra en este nuevo supermercado un reflejo de las tensiones entre modernidad y exclusión. Mientras los anaqueles brillan con la promesa de variedad, las voces de quienes solo pueden mirar se alzan con una crítica clara: “Esto no es para el cubano de a pie”.
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