Una exoficial de la CIA ha acusado a la agencia de ocultar la verdad detrás de los ataques que provocaron el denominado Síndrome de La Habana, un conjunto de extraños síntomas que han afectado a diplomáticos y agentes de inteligencia de EE. UU. a partir de 2016. La exmilitar, que prefirió mantenerse en el anonimato por su trabajo previo en África, relató cómo, en 2021, sufrió una experiencia debilitante al escuchar un ruido extraño en su casa, que la dejó con graves secuelas físicas.
"Alice", como se le identificó, compartió que después de escuchar el sonido, empezó a experimentar vértigo, dolores de oído y un zumbido persistente en los oídos, síntomas comunes entre los afectados. La exoficial explicó que estos incidentes podrían estar relacionados con el uso de "armas de energía dirigida", una tecnología capaz de causar lesiones cerebrales, problemas de equilibrio y otros trastornos. "Creo que hay armas que pueden caber en mochilas o maleteros, y que pueden ser usadas a distancia", afirmó.
Su declaración surge en un momento de creciente tensión, tras la publicación de un informe de la Cámara de Representantes que sostiene que la administración de Joe Biden está ocultando detalles clave sobre estos ataques. A pesar de las evidencias presentadas por varios afectados, que incluyen diplomáticos y personal de la CIA, los servicios de inteligencia estadounidenses han minimizado el alcance de estos incidentes.
Catherine Herridge, periodista de investigación que ha entrevistado a numerosos afectados, apuntó que las investigaciones sobre estos ataques no solo han sido insuficientes, sino que también han sido empañadas por intentos de desinformación por parte de funcionarios de inteligencia. Según su informe, William Burns, director de la CIA, había mencionado en privado la posibilidad de que Rusia estuviera involucrada en los ataques, algo que aún no ha sido confirmado oficialmente.
El subcomité del Comité Selecto Permanente de Inteligencia de la Cámara, presidido por Rick Crawford, también ha afirmado que la comunidad de inteligencia estadounidense ha estado ocultando información vital. Según el informe preliminar, los funcionarios han tratado de desestimar las pruebas de que los ataques fueron obra de actores extranjeros. Crawford denunció que tanto la administración de Biden como la CIA han impedido que se lleve a cabo una investigación adecuada, lo que, según él, ha retrasado el desarrollo de soluciones para los afectados.
Sin embargo, los voceros de la CIA han defendido la postura de la agencia, asegurando que están comprometidos en cuidar a su personal y aclarar los incidentes. A pesar de las críticas, un informe publicado recientemente por el Congreso de EE. UU. sigue apuntando a la existencia de "pruebas fiables" que sugieren la responsabilidad de adversarios extranjeros, aunque las agencias de inteligencia no han corroborado estas afirmaciones.
El tema sigue siendo uno de los más polémicos dentro de la inteligencia estadounidense, y el Congreso ha anunciado nuevas investigaciones para esclarecer la verdad detrás de estos misteriosos ataques de salud. Las acusaciones de encubrimiento continúan alimentando el debate sobre el manejo de la situación por parte del gobierno y la comunidad de inteligencia.
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