La administración Trump evalúa deportar migrantes a terceros países ante la negativa de sus naciones de origen. El plan afecta a venezolanos, chinos y cubanos, generando tensiones y desafíos humanitarios. La controvertida estrategia de deportaciones masivas que prepara la nueva administración de Donald Trump, sencillamente, asusta.
Esta acción, dentro de la estrategia secreta de Trump, busca sortear el problema que surge cuando los gobiernos de los países de origen se niegan a aceptar el regreso de sus ciudadanos, deportados desde Estados Unidos. De acuerdo con un reporte de Univisión Noticias, el programa incluye como destinos potenciales a Panamá, Islas Turcas y Caicos, Bahamas y Granada.
La medida plantea un desafío humanitario, ya que miles de migrantes podrían ser enviados a territorios donde no tienen lazos familiares, sociales o culturales. Entre los grupos más afectados se encontrarían los cubanos, venezolanos y chinos, dado que los gobiernos de sus países de origen podrían rechazar recibirlos.
La propuesta implicaría establecer acuerdos con terceros países para acoger a los migrantes rechazados. Hasta el momento no se tienen detalles sobre si esos países de destino han iniciado conversaciones formales con miembros del futuro gobierno estadounidense. El programa podría generar tensiones internacionales y enfrentar resistencia tanto de organizaciones de derechos humanos como de los gobiernos relacionados con el origen y destino de los inmigrantes deportados.
Así las cosas, los deportados enfrentarían un futuro incierto en lugares donde no cuentan con redes de apoyo ni infraestructura adecuada para integrarse. Esto podría agravar la vulnerabilidad de estas personas, que ya enfrentan una situación de precariedad y desarraigo. La falta de acuerdos firmes con los potenciales países receptores genera incertidumbre sobre la viabilidad del plan, que podría enfrentar obstáculos legales y políticos tanto en Estados Unidos como en las naciones involucradas por lo que no es extraño la utilización de presiones económicas y diplomáticas para asegurar la aceptación de deportados.
Expertos señalan que la campaña de comunicación que precede a la estrategia de deportaciones intenta disuadir la migración irregular hacia Estados Unidos.
La eliminación del parole humanitario podría poner en riesgo de deportación a aquellos migrantes cubanos que no han regularizado su estatus a través de otros medios, como el asilo político. Los cubanos podrían beneficiarse de la Ley de Ajuste Cubano, que les permite regularizar su situación después de un año en EE.UU.
El plan de deportaciones masivas de Trump podría generar tensiones diplomáticas significativas, especialmente con países que son reacios a aceptar deportados. Se anticipa que estas medidas podrían alterar las relaciones diplomáticas y económicas de EE.UU. con naciones como México, Canadá y varios países de América Latina y Asia.
Según una encuesta de Reuters/Ipsos, un 82% de los encuestados considera probable que Trump implemente deportaciones masivas. Sin embargo, existe una marcada división en la opinión pública, con republicanos generalmente a favor de las medidas y demócratas en contra, reflejando una polarización en torno al tema migratorio.
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