La crisis energética en Cuba se agrava con la salida de otra patana turca del sistema eléctrico nacional (SEN), quedando solo dos de estas plantas flotantes operativas en la isla.
El ministro de Energía y Minas, Vicente de la O Levy, informó recientemente ante la Asamblea Nacional que solo permanecen dos de las ocho patanas que alguna vez reforzaron el SEN. Estas centrales flotantes, contratadas desde 2019, han sido retiradas progresivamente debido a problemas de pago derivados de la falta de divisas. Actualmente, las dos unidades restantes aportan una potencia combinada de 257 MW.
Según los informes más recientes de la UNE, las patanas que aún operan son las situadas en La Habana, específicamente en Melones y Regla. Mientras tanto, las que estaban ubicadas en las bahías del Mariel y Santiago de Cuba han cesado operaciones o abandonado el país. Además, el funcionamiento de las patanas restantes enfrenta constantes interrupciones debido a la falta de combustible, un problema recurrente que afecta también al resto de la infraestructura energética del país.
La reducción de las patanas turcas, que habían sido una solución temporal para mitigar la crisis eléctrica, plantea un desafío adicional para el gobierno cubano de cara a los meses venideros. Con una capacidad de generación cada vez más limitada y una demanda que sigue en aumento, los apagones prolongados podrían convertirse en una constante a medida que el país se adentra en 2025.
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