El Parlamento cubano se encuentra reunido en el Palacio de Convenciones para debatir, según la prensa oficialista, "importantes temas de la agenda nacional". Entre los asuntos que las Comisiones Permanentes de Trabajo analizarán durante dos días se encuentran los problemas que afectan a la población, la transformación del sistema de ciencia, tecnología e innovación, el sistema de cuidados, la rendición de cuentas de los delegados, y el plan económico para 2025.
Sin embargo, una pregunta persiste entre los cubanos de a pie: ¿realmente estos debates abordan los problemas más urgentes de la población?
En un país sumido en una crisis económica sin precedentes, con apagones diarios, inflación galopante, una diáspora creciente y un sistema de salud deteriorado, resulta difícil creer que las preocupaciones reales de los ciudadanos sean representadas en esta Asamblea. Este Parlamento, controlado por el Partido Comunista, no actúa como un órgano independiente que fiscalice al poder ni propone soluciones concretas para la crisis nacional.
Mientras los diputados debaten sobre planes económicos futuros, los cubanos enfrentan la desesperación diaria de hacer colas interminables para adquirir alimentos básicos, lidiar con hospitales sin insumos y buscar vías para emigrar. No se mencionan medidas para combatir la corrupción en las instituciones estatales, ni estrategias reales para reactivar la economía más allá de los discursos vacíos de "resistencia".
En cualquier Estado libre y democrático, un Parlamento está obligado a representar a sus ciudadanos, cuestionar al gobierno y exigir transparencia. En Cuba, los diputados no responden al pueblo, sino al Partido. Su elección, aunque oficialmente se anuncia como un voto libre, es parte de un proceso controlado, en el que solo se presenta una única lista aprobada por el gobierno.
Es tiempo de preguntarse: ¿qué debería estar realmente sobre la mesa? Reformas económicas que impulsen la inversión privada y extranjera, un análisis profundo de la emigración masiva, medidas para combatir la inflación y garantizar servicios básicos de calidad. Pero para eso se necesita algo que no existe en esta Asamblea: pluralidad de opiniones, libertad de expresión y compromiso real con los ciudadanos.
Este Parlamento, más que representar al pueblo, representa los intereses del único partido permitido, el Partido Comunista de Cuba. Una Asamblea donde no hay oposición ni debates reales no es más que una puesta en escena que intenta dar una imagen de legitimidad a un sistema que ha dejado de responder a las necesidades de su gente.
Cuba necesita un Parlamento que debata en libertad y legisle en favor de todos los cubanos, no de unos pocos en el poder. Hasta que eso no cambie, cualquier "Período Ordinario de Sesiones" no será más que una formalidad vacía.
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