El expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, y su equipo de asesores han delineado un posible plan para resolver el conflicto en Ucrania que implicaría ceder territorios ocupados a Rusia y excluir la membresía de Ucrania en la OTAN, según un análisis de Reuters basado en declaraciones públicas y entrevistas con fuentes cercanas al entorno de Trump.
Una figura clave en estas propuestas es Keith Kellogg, teniente general retirado del Ejército y futuro enviado de Trump para asuntos Rusia-Ucrania, quien plantea usar un enfoque de presión dual. Esto incluiría detener la ayuda militar a Ucrania si se rehúsa a negociar, pero intensificar el apoyo si el presidente ruso, Vladimir Putin, rechaza dialogar.
Durante su campaña electoral, Trump prometió resolver el conflicto en Ucrania en un plazo de 24 horas tras asumir la presidencia en enero de 2025. Sin embargo, aún no ha detallado cómo lo lograría, y expertos advierten que el contexto geopolítico y la complejidad de la guerra podrían frustrar tales objetivos.
Los asesores de Trump consideran que un acuerdo de paz podría incluir reconocer las actuales líneas de control rusas y limitar la ayuda militar a Kiev. Según ellos, el presidente ucraniano, Volodimir Zelenskyy, podría aceptar negociaciones debido a las dificultades en el frente, aunque sigue firme en su objetivo de ingresar a la OTAN.
Sin embargo, analistas señalan que Putin podría no estar dispuesto a negociar en los términos propuestos. Eugene Rumer, exanalista de inteligencia estadounidense y actual investigador en el Carnegie Endowment for International Peace, opina que Putin podría optar por ganar tiempo, consolidar su control sobre más territorios y esperar concesiones de Trump antes de aceptar una tregua.
Actualmente, Rusia controla toda Crimea y una significativa porción del Dombás, junto con amplias áreas de Zaporiyia, Jersón y otras regiones ucranianas. Si bien Putin ha indicado en el pasado que podría aceptar un alto el fuego reconociendo las líneas actuales, también ha dejado claro que continuará su ofensiva si Kiev y Occidente no ceden a sus demandas.
Este enfoque podría generar tensiones internacionales, ya que la retirada de Ucrania de sus aspiraciones de unirse a la OTAN y la entrega de territorios ocupados serían vistos como concesiones significativas a Moscú. Además, la comunidad internacional podría cuestionar las implicaciones de esta estrategia para la estabilidad de Europa del Este y la credibilidad de Estados Unidos como aliado estratégico.
Mientras tanto, la promesa de Trump de poner fin al conflicto en un tiempo récord sigue siendo recibida con escepticismo, dada la magnitud y complejidad de los intereses en juego. La estrategia aún está en desarrollo, pero sugiere un cambio significativo en la política exterior de Estados Unidos hacia el conflicto en Ucrania.
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