En los últimos meses, Cuba ha enfrentado una crisis silenciosa pero devastadora: el consumo de drogas sintéticas, en especial una conocida como "El Químico". Los videos virales en redes sociales que muestran a jóvenes convulsionando, alucinando o poniendo en peligro sus vidas evidencian una problemática que ha llevado al sitio oficialista "Cubadebate" a abordar el tema con un inusual nivel de alarma y detalle.
Los testimonios de jóvenes en proceso de rehabilitación reflejan el impacto destructivo de estas sustancias. "Empecé por curiosidad, en una fiesta. Lo que parecía un juego terminó dominando mi vida", confiesa uno de ellos. Para otros, como una joven de 18 años en recuperación, las drogas significaron la pérdida de su familia, autoestima y estabilidad emocional. Estas historias muestran cómo el consumo se transforma rápidamente en adicción, generando aislamiento, estigmatización y un camino lleno de sufrimiento.
Según la doctora Elizabeth Céspedes Lantigua, especialista en Psiquiatría y directora del Centro de Deshabituación de Adolescentes, "El Químico" pertenece al grupo de cannabinoides sintéticos. Aunque diseñados para imitar los efectos de la marihuana, estas sustancias son mucho más peligrosas. Producidas en entornos clandestinos sin controles de calidad, contienen ingredientes altamente tóxicos como formol y anestésicos para animales, lo que las hace hasta cien veces más potentes que la marihuana natural.
El bajo costo y facilidad de producción han hecho que estas drogas se distribuyan masivamente entre los jóvenes, quienes las perciben como "asequibles" al inicio. Sin embargo, los efectos son devastadores: desde alteraciones motoras y convulsiones hasta trastornos mentales severos, enfermedades cardiovasculares y dependencia extrema.
El fenómeno tiene múltiples causas, según los expertos. Desde el atractivo inicial de estas drogas (efectos rápidos y cortos) hasta el bajo precio y la percepción de accesibilidad. También influye la falta de una educación adecuada sobre los riesgos del consumo y la normalización de ciertos comportamientos, como fumar en entornos familiares, lo que facilita la introducción de sustancias ilícitas.
Por otro lado, la doctora Céspedes subraya que el mercado de drogas es dinámico y constantemente busca evadir controles. Las fórmulas de los cannabinoides sintéticos cambian rápidamente, dificultando su detección por parte de las autoridades.
El sistema de salud cubano ha diseñado estrategias de prevención que incluyen la creación de centros municipales de salud mental y capacitaciones para profesionales. Sin embargo, los esfuerzos enfrentan limitaciones ante la rapidez con la que se expanden estas sustancias y la falta de programas preventivos específicos para adolescentes, principal grupo afectado.
Además, combatir el suministro sigue siendo un desafío. Aunque el Gobierno ha intensificado las medidas contra el tráfico de drogas, la disponibilidad de estas sustancias continúa creciendo, impulsada por su bajo costo y producción masiva.
La creciente prevalencia de "El Químico" evidencia un problema de salud pública que requiere la acción conjunta del Estado, las familias y las instituciones. Los testimonios de quienes han logrado iniciar un proceso de recuperación destacan la necesidad de empatía, educación y acceso temprano a ayuda profesional.
La doctora Céspedes concluye con un mensaje contundente: "Nuestros jóvenes deben ser protegidos de esta depredación. Como sociedad, debemos ser más activos en la prevención y asumir la responsabilidad de intervenir antes de que sea demasiado tarde."
Cuba enfrenta un flagelo que no solo destruye vidas individuales, sino que también amenaza el tejido social. Reconocer la gravedad del problema y actuar con determinación son pasos cruciales en la lucha contra esta epidemia silenciosa.
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