Las autoridades sanitarias cubanas aseguran que la epidemia de dengue y chikunguña que afecta a la isla podría estar bajo control a inicios de 2026, según informaron medios oficiales tras una reunión de expertos con el presidente Miguel Díaz-Canel. El anuncio, presentado con tono optimista, llega después de meses de expansión del brote, que ha dejado al menos 55 fallecidos —en su mayoría menores— y cerca de 80.000 personas infectadas, de acuerdo con cifras oficiales.
Durante el encuentro, especialistas del Ministerio de Salud Pública (Minsap) reportaron una disminución general de los síndromes febriles y una reducción de los casos graves y críticos, que actualmente se sitúan en 27 pacientes, mayoritariamente niños. También destacaron que no se registran fallecimientos de gestantes por arbovirosis, pese a que las embarazadas han sido catalogadas como grupo de alto riesgo.
El matemático Raúl Guinovart Díaz, director de Ciencia y Técnica de la Universidad de La Habana, afirmó que modelos matemáticos predicen el control total de la epidemia a principios de año, siempre que se mantengan las medidas actuales. Según datos oficiales, los síndromes febriles disminuyeron un 25,8 % respecto a la semana anterior, con 5.638 atenciones médicas menos en todo el país. No obstante, provincias como Las Tunas, Holguín y el municipio especial Isla de la Juventud aún muestran una tendencia al incremento de casos.
El acumulado oficial sitúa los contagios de chikunguña en 48.223 personas, mientras que la Organización Panamericana de la Salud (OPS), basándose en datos gubernamentales, contabiliza 28.850 casos de dengue en lo que va de año. El Gobierno cubano reconoció formalmente la epidemia el 12 de noviembre, aunque los primeros casos se detectaron en julio y el repunte más severo ocurrió entre septiembre y octubre, lo que ha generado cuestionamientos sobre la demora en admitir la gravedad del brote.
La expansión de la epidemia ha encontrado un terreno propicio en la profunda crisis económica que atraviesa el país. La falta de recursos ha limitado la fumigación masiva, el acceso a pruebas diagnósticas y la disponibilidad de medicamentos, factores clave para la prevención y el control de las arbovirosis. Dos semanas antes de reconocer oficialmente la epidemia, el Gobierno solicitó ayuda internacional tras el huracán Melissa, incluyendo grandes cantidades de químicos para combatir al mosquito, vector de ambas enfermedades.
Las autoridades también informaron avances en la atención de pacientes con chikunguña en fase crónica, mediante consultas multidisciplinarias. En Matanzas, por ejemplo, más de 5.000 personas han sido atendidas y cerca del 60 % ha requerido rehabilitación, lo que evidencia la persistencia de secuelas a largo plazo.
Aunque los datos oficiales apuntan a una tendencia a la baja, la promesa de “control” para 2026 contrasta con una realidad marcada por carencias estructurales, escasez de insumos y un sistema sanitario sometido a una presión constante. Para muchos cubanos, el verdadero desafío no es la proyección optimista de los informes, sino sobrevivir a una epidemia en medio de la crisis más profunda de las últimas décadas.
Fuente: EFE
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