Una nueva denuncia del activista y youtuber cubano Juan Juan Almeida volvió a encender la indignación dentro y fuera de la Isla al poner el foco en los privilegios de la cúpula militar en medio de la peor crisis económica en décadas.
Según relató Almeida en sus redes sociales este 24 de diciembre, al General de División Eugenio Armando Rabilero Aguilera, jefe del Ejército Oriental, “le preparan una hermosa casa en Cayo Paredón Grande para esperar la Navidad”, mientras realizaba un recorrido oficial por la provincia de Camagüey.
La publicación desató una avalancha de comentarios en Facebook que reflejan el hartazgo de una población golpeada por apagones, escasez de alimentos e inflación. “Seguro estará climatizada, con comida a la carta o hasta un puerco asado en púa, bebidas de todo tipo y otras exquisiteces”, escribió un usuario, aludiendo a los lujos que —según la percepción popular— disfrutan los altos mandos militares, desconectados de la realidad cotidiana del cubano promedio.
Otros comentarios apuntaron al trasfondo político y social. “Pueblo que permanece impasible ante tantas injusticias y humillaciones siempre será un pueblo humillado y maltratado”, escribió otro internauta. Más directo aún fue quien sentenció: “El mejor regalo sería repartirlo porque muchos más lo merecen. Abajo la dictadura castrista”.
El nombre de Rabilero Aguilera no es menor dentro del entramado del poder. Como jefe del Ejército Oriental, responde directamente a la jerarquía de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), institución que no solo controla el aparato militar, sino amplios sectores de la economía nacional. Bajo su estructura se gestionan empresas, recursos estratégicos y territorios completos, mientras el país enfrenta un deterioro acelerado de las condiciones de vida.
El supuesto destino navideño del general, Cayo Paredón Grande, forma parte del circuito turístico de lujo del norte de Cuba, áreas de acceso restringido al ciudadano común y vinculadas a conglomerados empresariales controlados por los militares, como GAESA. En estos enclaves no faltan electricidad, aire acondicionado ni alimentos importados, en marcado contraste con los barrios donde celebrar la Navidad se ha vuelto casi simbólico.
Más allá de una estancia festiva, la polémica apunta al símbolo: una élite militar que vive al margen del colapso nacional que ha contribuido a crear. Mientras el discurso oficial invoca sacrificios y resistencia, los generales disfrutan de casas de descanso y privilegios blindados. En la Cuba de hoy, la Navidad vuelve a desnudar una fractura profunda entre el país real y el poder que gobierna de espaldas a él.
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