La emisora MHW de Villa Clara divulgó en las últimas horas el fallecimiento de José Gómez Pinto, conocido como “Látigo” Gómez, quien fuera receptor de los equipos Azucareros y una gloria del deporte sagüero y villaclareño. Lamentablemente su muerte coincide con la de su hija, la conocida locutora Hanny Gómez, que había fallecido un día antes.
“A su familia, al movimiento deportivo sagüero y a todos los que le admiran y respetan, lleguen nuestras más sentidas condolencias”, señaló la estación de radio en su perfil de Facebook. En la información se destaca que el reconocido pelotero era el padre de Hanny, por lo que dos pérdidas consecutivas llenan de luto a la familia y amigos así como a los compañeros de trabajo de Hanny que era una figura muy querida por todos.
Son muchas las personas que se hacen eco en las redes sociales del fallecimiento de ambos, en especial del querido jugador.
Alfredo García Pimentel apuntó en Facebook que, tras conocer del deceso del receptor, “Sagua la Grande sigue de luto. Acabamos de confirmar el fallecimiento de José Gómez Pinto”; Osmany Hernández Ruiz expresó con pesar: “Ayer fue Hanny Gómez, hoy su padre, mi profesor de béisbol, director de equipo y, más que todo, un amigo entrañable. No soportó los golpes que últimamente le dio la vida. Siento un enorme dolor y sé que muchos de sus amigos, que también son los míos, sienten lo mismo. Más duro aún es estar lejos y no poder acompañarlo en este último instante. Mis condolencias a sus hermanas y a toda la familia. Hasta siempre, José Gómez Pinto”.
Los que lo vieron vistiendo los arreos de aquel temible Azucareros lo recuerdan siempre combativo, "echando palante" a sus compañeros, guiando a un pitcheo de lujo. Su brazo poderoso enfriaba en bases a cualquier corredor y a la ofensiva se caracterizó por su producción de dobles. Ya como manager de escuadras de Sagua la Grande, y aprovechando que su novena era de niños morenos muy parecidos, gustaba de pasar "gato por liebre" y no era extraño que el mismo niño bateara dos veces en un inning sin que los árbitros se percataran del engaño. Nunca fue descubierto, era un genio del camuflaje, reconocen los periodistas de Sagua.
Siempre estaba alegre y en Brasil, cuando estuvo de misión deportiva, hizo el mismo truco y como él decía: "ahí era más fácil, porque esos ´chinitos´ (peloteritos brasileños de ascendencia japonesa) eran igualitos. Comentaba que "un solo chinito, buen bateador, ligó tres imparables en un mismo episodio con tres nombres distintos".
Vaya la rica anécdota para rememorar al "brazo prohibido" y oportuno bateador de los terribles Azucareros, el Látigo Gómez. Descansen en paz él y su hija.
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