En la madrugada de este miércoles, a las 2:08 a.m., el Sistema Electroenergético Nacional (SEN) sufrió una nueva desconexión total tras la salida de la Central Termoeléctrica Antonio Guiteras por un "disparo de automático". El Ministerio de Energía y Minas informó que se trabaja en el proceso de restablecimiento, pero los cubanos ya temen enfrentarse a una crisis similar a la del pasado 18 de octubre, cuando una falla dejó a gran parte del país sin electricidad durante cinco días consecutivos.
La situación eléctrica en Cuba ha pasado de ser un problema crítico a una crisis incontrolable. Las fallas en el SEN se han vuelto constantes, y la incapacidad del gobierno para mantener en funcionamiento las plantas termoeléctricas o garantizar el suministro de combustible es cada vez más evidente. A esto se suman años de negligencia en el mantenimiento de la infraestructura y la ausencia de inversiones en fuentes de energía renovable, todo lo cual ha llevado al colapso del sistema.
Los cubanos enfrentan largos apagones que paralizan la vida diaria: hogares sin ventilación en medio del calor sofocante, alimentos que se descomponen por la falta de refrigeración, hospitales en condiciones precarias y una economía que ya estaba en ruinas sufriendo aún más. Mientras tanto, el gobierno intenta justificar lo injustificable, atribuyendo las fallas a supuestos "sabotajes" o a problemas técnicos inevitables, sin asumir la responsabilidad de su mala gestión.
Lo que indigna aún más a los ciudadanos es el contraste entre la realidad que vive el pueblo y el derroche de la élite gobernante. En los últimos días, trascendió que Sandro Castro, nieto del fallecido dictador Fidel Castro y miembro de la dinastía que controla el poder en Cuba, celebrará su cumpleaños con una ostentación que ofende a quienes viven en la penuria.
El régimen intenta mantener una narrativa de "resistencia" frente a adversidades externas, pero lo cierto es que la crisis energética es el resultado directo de décadas de malas decisiones. Mientras el pueblo sufre apagones interminables, la élite no parece tener límites para su vida de privilegios. La desconexión entre las necesidades de los ciudadanos y las prioridades del gobierno es cada vez más profunda y evidente.
La desconexión del SEN de este miércoles no solo es un apagón más en una larga lista de fallos, sino un símbolo de un sistema que ya no puede sostenerse. Si el gobierno no toma medidas urgentes para solucionar la crisis energética, los apagones generalizados podrían convertirse en la norma, agravando aún más las ya insoportables condiciones de vida en la isla.
Cuba vive no solo a oscuras por la falta de electricidad, sino también por un régimen que ignora el bienestar de su pueblo mientras protege los privilegios de unos pocos.
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