La aguda crisis económica en Cuba ha disparado los índices de pobreza a niveles alarmantes e incrementado el número de cubanos desamparados, que viven en las calles a merced de lo que encuentren para subsistir o de la caridad de otras personas, y sin ninguna esperanza de que sus condiciones de vida puedan mejorar.
Así las cosas, Juan José, un matancero de 59 años, es una de los miles de cubanos que sobreviven hoy en las calles, sorteando infinidad de penurias materiales, por no tener una vivienda ni ingresos que les permitan costear aunque sea el mínimo de sus necesidades más básicas, como la alimentación.
El hombre llegó a la ciudad de Cienfuegos en busca de alguna forma de supervivencia que le permitiera “mejorar un poco sus precarias condiciones de vida”, documenta un testimonio publicado en el sitio web de la organización no gubernamental Food Monitor Program.
El texto no aclara a qué se dedicaba Juan José en su natal Matanzas ni las circunstancias que lo llevaron a “emigrar” hacia la vecina Cienfuegos, adonde llegó con solo 126 pesos en los bolsillos -el equivalente a unos 40 centavos de dólar- y la intención de buscar una “mejor vida”. Pero la de Juan José es una existencia sumamente precaria, carente de lo más elemental: no tiene un lugar donde vivir ni familiares que lo ayuden, y está obligado a buscar sus alimentos o artículos necesarios en la basura, en la orilla del mar o pidiendo a otras personas.
En la costa cienfueguera halló un sitio donde bañarse, dormir y cocinar en “su fogón improvisado” sobras de comida sacadas de los latones de basura, restos encontrados en el litoral, provenientes muchas veces de “trabajos” rituales de la religión afrocubana, como frutas, miel, pollo, chivo y otras ofrendas; e incluso, peces, crustáceos y otros animales marinos.
Juan José suele pernoctar en un área del litoral de la bahía. “Llegué solo, con lo poquito que tú ves aquí... encontré esta parte acá atrás caminando. Aquí está fresco y se puede dormir mejor si no hay mosquitos; si hay mosquitos tienes que hacer humo o untarte salvia. Mira esto: ¡eso son los jejenes!, pero si hay fresco no hay mosquitos y se puede dormir”, contó.
“Aquí en la playa tú te encuentras jaiba, cangrejo, caracoles, el cobo que es bueno si lo hierves. Te puedes bañar y puedes hervir agua, mira uno está aquí, pero estoy limpio ¿ves? Aquí recala mucha comida que se bota y la coges en la arena facilito. En la costa siempre hay comida, hay ostión y camaroncito y pescado chiquito que se fríe... Los cocino aquí en la lata, lo hierves y ya está, con palitos de aquí, un pedacito de plástico, de corcho... con cualquier cosa”.
Además de lo que obtiene del mar, Juan José busca sus alimentos en la basura, aunque “a veces la gente te da algo o lo que le sobra de la comida. Mira, hoy encontré ese hocico de puerco, está bueno, ya hervido está limpio...”.
Sin embargo, reconoció que “no todos los días se puede comer, a veces uno pasa tres días sin comer y más, porque no tienes de dónde sacar”. No obstante, no duda en compartir lo poco que tiene cuando llega al lugar otra persona que, como él, también sobrevive en la calle.
“Para tomar agua le pido a cualquiera un poco y te la echas en un pomo o buscas en la terminal (de ómnibus) o en otro lado, no está fría pero quita la sed”.
Juan José reveló que padece de diabetes, hipertensión y está operado. “Ya no puedo hacer fuerza ni hacer guardia y no hay trabajo tampoco, aquí no hay trabajo así para alguien que tenga esos problemas y lo que pagan no te alcanza... lo que pagan es una porquería”, alegó.
Pese a su condición de salud, no recibe atención médica ni medicamentos. “Una vez fui al Sistema de Atención a la Familia y me dijeron que tenía que esperar a cumplir 60 años, eso fue antes del Covid y ya no he ido más. Para ganar un poco de dinero, recojo latas para vender, cartón, aluminio, lo que aparezca. Saca de la basura pomos plásticos, los lava y vende a cinco pesos. Pero también, ropa y zapatos viejos, “que se arreglan y se venden también”, afirmó.
La escasez de productos básicos, la galopante inflación y el bajo poder adquisitivo de la población han incidido de manera determinante en el aumento de la mendicidad en Cuba.
Según el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, existían más de tres mil 690 personas “deambulantes” entre 2014 y 2023, cifra que sin dudas ha crecido exponencialmente. Si lo quieren comprobar recorran las calles Monte y Reina de Centro Habana para que solo se lleven una idea de este fenómeno social. Otra investigación publicada en octubre por el Departamento de Agricultura de Estados Unidos reveló que un total de 4,2 millones de cubanos, el 37.8 por ciento de los habitantes del país, sufrieron inseguridad alimentaria durante 2023. El estudio arrojó un resultado alarmante: un 12.8% de los cubanos (1,4 millones de personas) no alcanzó el umbral diario de 2,100 calorías per cápita, durante el año pasado.
El 89 % de las familias cubanas sufren pobreza extrema, reveló el VII Informe sobre el Estado de los Derechos Sociales en Cuba 2024 presentado en julio por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos . La cifra representa un punto porcentual más que 2023 y un 13 % más que en 2022.
La indigencia en Cuba ha aumentado significativamente debido a la aguda crisis económica, lo que ha llevado a muchas personas a vivir en condiciones precarias y sin hogar. Esta situación se ve agravada por la escasez de productos básicos y la falta de oportunidades laborales, lo que obliga a muchos a depender de la caridad o de lo que puedan encontrar en la calle para sobrevivir.
Personas como Juan José, mencionado en el artículo, sobreviven buscando comida en la basura o en la orilla del mar. Recurre a recolectar restos de alimentos y animales marinos para alimentarse. Además, recoge materiales reciclables para vender y obtener algo de dinero. Esta situación refleja la desesperación y las pocas alternativas que tienen para subsistir.
La crisis económica en Cuba ha llevado a un aumento significativo de la pobreza extrema, con más del 89 % de las familias en esta situación, según informes recientes. La inflación, la escasez de productos básicos y el bajo poder adquisitivo han forzado a muchos a vivir en condiciones de miseria y a buscar alternativas desesperadas para subsistir.
A pesar de las promesas del gobierno cubano de superar la crisis, la realidad es que no se han implementado soluciones efectivas para mejorar las condiciones de vida de las personas sin hogar. La falta de atención médica y social adecuada, junto con el deterioro económico, ha dejado a muchos ciudadanos en una situación de abandono y miseria. A todo esto unan, las personas que se han quedado sin techo tras derrumbes o pasos de huracanes y que no han sido beneficiadas por el desgobierno reinante en Cuba.
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