En la provincia de Camagüey, dos mujeres han sido brutalmente asesinadas en menos de una semana, destacando la creciente ola de feminicidios que afecta a Cuba, sin que hasta el momento se implementen medidas efectivas para detener esta tragedia.

El primer caso ocurrió el 13 de septiembre, cuando Isabel Rojas Aguilera, de 30 años y madre de un menor, fue asesinada por su expareja, Alexis Fernández González, de 46 años, en el reparto La Bloquera, según reportó la página de Facebook Alas Tensas. Isabel había acudido al domicilio de Fernández para recoger sus pertenencias, momento en el cual fue atacada. El agresor la golpeó en la cabeza con un objeto contundente y luego la estranguló. Este feminicidio dejó a su hijo en la orfandad, sumando otra tragedia familiar a la creciente lista de víctimas de violencia de género en la isla.

El 19 de septiembre, solo seis días después, Annelis Hernández Puerto, de 47 años, fue asesinada en el municipio de Florida, también en Camagüey. El asesino fue su pareja, según confirmaron las páginas Yo Sí Te Creo en Cuba y Alas Tensas, ambas dedicadas a registrar y divulgar los feminicidios en el país.

Este año, organizaciones que luchan por visibilizar estos crímenes han confirmado 38 feminicidios en Cuba, una cifra que sigue en aumento y que refleja la falta de acción por parte de las autoridades. Aunque las redes sociales y medios independientes como Alas Tensas y Yo Sí Te Creo en Cuba desempeñan un papel crucial al documentar estos casos, la respuesta oficial ha sido insuficiente.

La violencia de género es un problema grave y cada vez más visible en la isla, sin embargo, no se han adoptado políticas concretas para proteger a las mujeres y frenar estos actos de violencia. En muchos casos, los feminicidios son el desenlace fatal de una cadena de abusos y maltratos que no reciben la atención necesaria. Las autoridades no han mostrado un compromiso claro para abordar este problema, lo que deja a las mujeres cubanas en una situación de vulnerabilidad extrema.

El creciente número de feminicidios, junto con el aumento generalizado de la violencia y los delitos en Cuba, refleja una crisis social que no puede seguir siendo ignorada. La falta de un marco legal efectivo para castigar y prevenir estos crímenes, así como la ausencia de refugios y programas de apoyo para las víctimas, perpetúa una cultura de impunidad y desprotección.

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