En la ciudad de Holguín y Gibara, pacientes de hemodiálisis enfrentan una situación crítica que provoca indignación en la población. Elianner, una joven de 23 años que padece insuficiencia renal desde los 13, relata con angustia la falta de transporte para acudir a su tratamiento. “Hoy no hay combustible para llevarnos al hospital.

Tengo un dolor en el pecho y un nudo en la garganta; por dentro me siento muy mal”, denuncia, reflejando la desesperación de miles de cubanos que dependen de la hemodiálisis para sobrevivir.

Su mensaje es claro: no se trata de un capricho, sino de una necesidad vital. Cada tres días deben someterse al procedimiento, y la alternativa que les ofrecen las autoridades es permanecer ingresados en hospitales con condiciones deficientes, expuestos a virus, bacterias y escasez de alimentos.

Iyanni Valdés, desde Gibara, comparte la misma preocupación: “¿cómo es posible que no tengamos gasolina para trasladarnos al hospital? Ingresar es lo que nos piden. Pero, ¿quién se va a ingresar, caballero, como están los hospitales?” Estas palabras ilustran la contradicción que viven quienes más necesitan del sistema de salud, enfrentando no solo su enfermedad, sino también las limitaciones impuestas por la falta de recursos básicos.

Dailen Calderón Chapman resume la frustración colectiva: “¿Hasta cuándo es el descaro? Alguna solución tienen que buscar. Hay pacientes de todas las edades; muchos son viejos”.

El testimonio de Elianner se convierte en un llamado urgente a la empatía y a la acción: “Estamos en tiempos difíciles, pagando los platos rotos de quienes se han equivocado. Quiero que mi mensaje llegue a la conciencia de las personas que tienen en sus manos nuestras vidas. ¡Busquen una salida!”

La comunidad en redes sociales ha reaccionado con indignación, señalando que el combustible parece estar disponible solo para privilegios, mientras los más vulnerables quedan desprotegidos. Xiomara Alonso Pérez lo denuncia sin rodeos: “Para reprimir sí tienen gasolina, para pasear y comprarse lujos sí tienen dinero, pero para la gente humilde… nada”.

El problema se agrava en familias con recursos limitados. Mirtha Rodríguez Zaldivar relata la situación de su nieta: para recibir hemodiálisis, no solo hay que contar con transporte, sino también con una alimentación adecuada, un lujo casi imposible de costear con salarios bajos. La falta de apoyo económico y de logística pone en riesgo la vida de estos pacientes, quienes dependen de cada sesión para sobrevivir.

Su realidad evidencia un sistema que no ofrece soluciones efectivas a los enfermos crónicos, y que convierte el acceso a la salud en una lucha diaria, especialmente para quienes viven lejos de los centros hospitalarios.

Estos testimonios representan un grito de alerta sobre la necesidad de atender de manera urgente a los pacientes de hemodiálisis en Cuba. No se trata de política ni de discusión sobre recursos; se trata de vidas humanas en riesgo. La crisis del transporte sanitario y la falta de combustible son problemas que requieren medidas inmediatas, soluciones concretas y, sobre todo, conciencia de que detrás de cada paciente hay personas que merecen vivir con dignidad.

Fuente: Alberto Arego

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