El creador del Trofín mendiga en Cuba el medicamento que desarrolló para tratar a su hija
Redacción de CubitaNOW ~ domingo 1 de diciembre de 2024
La hija del Dr. Raúl González Hernández, creador del anti anémico Trofín y destacado científico cubano, denunció en redes sociales la humillante situación que vive su padre en Cuba. Elizabeth González Aznar denunció en Facebook que su padre, el Dr. González Hernández a sus 79 años y una vida dedicada a la investigación científica, se vea obligado a “mendigar” el medicamento que él mismo desarrolló para tratar a su hija, quien sufre de anemia crónica por déficit de hierro.
El Dr. González Hernández, doctor en Ciencias e investigador titular, trabajó por más de 45 años en el desarrollo de una línea de productos anti anémicos bajo el nombre de Trofín, incluyendo jarabes y tabletas combinadas con nutrientes esenciales como vitamina C y ácido fólico.
Fue fundador y líder del Laboratorio de Anti anémicos en el Centro Nacional de Biopreparados (Bio Cen), dejando un legado invaluable en la salud pública cubana, señaló su hija. Tras su jubilación, el científico ha sido relegado al olvido por las instituciones a las que entregó su vida laboral.
González Aznar denunció que, a pesar de ser el creador del medicamento, su padre no recibe ningún tipo de prioridad para acceder al Trofín, enfrentándose a un sistema que, según sus palabras, carece de ética y humanidad. La denuncia detalló que en varias ocasiones el Dr. González Hernández ha tenido que recurrir a antiguos compañeros de trabajo en el Bio Cen para solicitar el medicamento, sin éxito en la mayoría de los casos.
Incluso en momentos críticos, como una cirugía de cadera que lo dejó anémico, apenas lograron obtener un único frasco de Trofín gracias a la intervención de una vecina que trabaja en el centro. La situación se tornó más desesperante cuando el medicamento dejó de aparecer en las farmacias estatales y comenzó a venderse en el mercado negro a precios exorbitantes, alcanzando los 500 pesos por unidad, precio que en estos momentos es mayor.
“Es denigrante que mi padre, después de tantos años de sacrificio, tenga que rogar por el producto que él mismo creó”, expresó la hija con indignación. El relato también subraya la falta de reconocimiento que enfrenta el Dr. González Hernández, ya que bajo el sistema cubano, no se reconoce la propiedad intelectual individual.
“Aunque en nuestro sistema no exista la categoría de ‘dueño’ de un producto, mi padre lo es y su contribución es reconocida internacionalmente”. La hija del científico concluyó su denuncia exigiendo respeto y justicia para su padre, quien dedicó su vida a mejorar la salud de millones de cubanos: “No voy a callar más. Honor a quien honor merece. Respeto y ética, eso es lo que voy a exigir”.
Las redes sociales se han convertido en un espacio recurrente para que los cubanos denuncien el “abandono” que enfrentan los ancianos por parte del régimen cubano, especialmente al llegar a la jubilación y concluir su vida laboral.
Recientemente, la activista Yamilka Laffita, conocida en redes como Lara Crofs, compartió la conmovedora historia de una anciana de 72 años que, impulsada por la necesidad y la escasez, tocó a su puerta en La Habana pidiendo comida. “La deuda del gobierno con los mayores es impagable”, concluyó con tristeza la activista tras su conversación con Felicia, cuya historia compartió en Facebook.
Hace un par de años, dos ancianos cubanos denunciaron la terrible situación en la que viven: solos, enfermos y sin recibir ninguna prestación económica por parte del gobierno. Luis Gané Cruz, de 82 años, pidió a través de la agencia de prensa independiente CubaNet, que el Estado les otorgue al menos una mínima pensión para él y su hermano Pedro, de 81 años, con la que puedan hacer frente a algunos gastos.
En Cuba, la falta de reconocimiento a los científicos y sus contribuciones afecta tanto su acceso a los beneficios de su trabajo como su dignidad personal. El sistema no reconoce la propiedad intelectual individual, lo que lleva a situaciones como la del Dr. González, quien, a pesar de su legado, no recibe el respeto ni la atención que merece por parte de las instituciones para las que trabajó.