La canción "Aquí no se rinde nadie", lanzada por Arnaldo Rodríguez y su orquesta Talismán a finales de diciembre de 2024, ha provocado un intenso debate en la sociedad cubana. La pieza, que comienza con una décima que afirma que “Cuba se levanta y sueña, pues no le teme al ciclón, ni al sismo, ni al apagón, ni a cocinarse con leña”, ha causado diversas reacciones tanto dentro como fuera de la isla.

La canción presenta un mensaje de resiliencia, en el que se describe a Cuba como una nación "mambisa soberana", "erguida frente al temporal", y dispuesta a enfrentar cualquier adversidad, como el mar.

Sin embargo, el contraste entre la letra de la canción y la realidad diaria de muchos cubanos ha generado críticas y reacciones negativas en las redes sociales. La línea del coro, “por el futuro seguimos adelante y aquí no hay marcha atrás”, también se ha interpretado como una afirmación de esperanza que, según algunos internautas, es desacertada. En YouTube, donde el video ha alcanzado más de 2.000 visualizaciones en apenas una semana, varios comentarios cuestionaron la veracidad del mensaje: “más para atrás no podemos llegar” o “en Cuba no hay marcha atrás y mucho menos marcha adelante, pa' abajo sin paracaídas”.

Aunque algunos usuarios han elogiado el tema, describiéndolo como un acto de resistencia cultural, otros lo han tildado de "malísimo", "bodrio", y "falta de respeto". Entre los más críticos se encuentra el lingüista cubano Pedro de Jesús López Acosta, quien calificó como "aberrante" la alusión a los apagones y la necesidad de cocinar con leña, en una publicación en Facebook que rápidamente fue retirada. López Acosta argumentó que, más allá de un “insólito trastorno de la personalidad”, los apagones en Cuba provocan sentimientos de desesperación y odio, no de romanticismo como sugería la canción. “¡Basta ya de romantizar la desgracia! ¡Qué falta de empatía con el sufrimiento del pueblo!”, expresó el lingüista, dejando claro su desacuerdo con el mensaje transmitido.

Por otro lado, Arnaldo Rodríguez, conocido por sus vínculos con el régimen cubano y su apoyo a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), ha sido un defensor del gobierno a lo largo de los años. En 2020, Rodríguez y su banda recibieron el reconocimiento de Colectivo Vanguardia Nacional 2019 por sus contribuciones al patrimonio cultural de la nación, un premio otorgado por el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, vinculado al aparato estatal. A lo largo de su carrera, ha lanzado varias composiciones que se alinean con los valores promovidos por el régimen cubano, lo que ha generado un amplio rechazo por parte de sectores opositores que ven en sus canciones una forma de adoctrinamiento.

En días recientes, Rodríguez respondió a las críticas sobre la manipulación de imágenes de un concierto reciente, donde los usuarios en redes sociales señalaron que las fotos mostraban un público más numeroso del que realmente asistió. En su defensa, el cantante calificó a sus detractores de “odiadores” y “frustrados”, y señaló que los ataques solo beneficiaban su imagen. Esta actitud generó aún más debate en las plataformas sociales, donde se cuestionó la autenticidad y el contexto en el que se realizan estas actividades culturales patrocinadas por el Estado cubano.

Este último episodio ha profundizado las divisiones entre los defensores de la revolución y aquellos que critican la falta de libertad y las carencias materiales en la isla. La canción "Aquí no se rinde nadie" simboliza una narrativa oficialista de resistencia y fortaleza, pero choca con las realidades cotidianas de muchos cubanos que, cansados de la crisis económica y los apagones constantes, buscan alternativas en el exterior, incluyendo peligrosos viajes marítimos para escapar de la isla.

Con la repercusión que ha generado tanto en plataformas digitales como en los círculos sociales de Cuba, "Aquí no se rinde nadie" se perfila como un tema que no solo sirve como bandera de la resiliencia promovida por el régimen, sino también como un espejo de las tensiones políticas y sociales que atraviesan la isla. La controversia continuará alimentando el debate sobre la música como herramienta de resistencia, propaganda, o simplemente como un reflejo de los desafíos que enfrenta la sociedad cubana en su lucha diaria por la supervivencia.

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