El gobierno cubano insiste en que en Cuba no existe prostitución de manera estructural, la realidad que muestran las redes sociales, medios alternativos y testimonios directos contradice esa narrativa oficial. En el video difundido por Armando Caos, una joven cubana afirma abiertamente: "Sí, soy jinetera, y lo hago por dinero". Esta declaración, cruda y sin filtros, expone una verdad incómoda que miles de cubanos conocen, pero que pocas veces se aborda desde las instituciones oficiales.
El régimen ha mantenido durante décadas un discurso según el cual la prostitución fue “erradicada” tras la revolución de 1959. Sin embargo, los testimonios actuales y la proliferación de casos visibles en lugares turísticos y en redes sociales desmienten esa afirmación. Muchas jóvenes –al igual que la que aparece en el video viral– recurren al jineterismo como forma de subsistencia ante la falta de empleo digno, la inflación descontrolada y la imposibilidad de satisfacer necesidades básicas como alimentos, productos de higiene o ropa.
Lo más grave no es solo la existencia de la prostitución, sino su normalización en ciertos sectores y la indiferencia del Estado frente a sus causas profundas. El hecho de que una joven afirme ante una cámara que vende su cuerpo por dinero, sin temor a represalias, evidencia una situación límite donde la desesperación ha desplazado el miedo y la vergüenza.
Este tipo de videos no solo se vuelven virales por lo impactante de sus declaraciones, sino porque revelan el rostro más crudo de una sociedad que lucha por sobrevivir en medio de crisis económicas prolongadas. Las mujeres involucradas no lo hacen por gusto, sino como último recurso en un país donde las oportunidades reales son mínimas.
Negar esta realidad no la hace desaparecer. Lo que urge es atender sus causas: falta de acceso a empleos bien remunerados, desigualdad de género, abandono estatal y una economía al borde del colapso.
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