La crisis entre Rusia y Estados Unidos se ha intensifica luego de las recientes declaraciones del presidente estadounidense, Donald Trump, quien acusó al mandatario ruso, Vladímir Putin, de haber “perdido la cordura” tras el mayor ataque aéreo lanzado contra Ucrania desde el inicio del conflicto.
“Se ha vuelto completamente loco”, escribió Trump en su red Truth Social, visiblemente impactado por el bombardeo que dejó al menos 12 muertos y decenas de heridos, entre ellos varios niños.
Desde Moscú, el portavoz presidencial Dmitri Peskov respondió con un tono mucho más medido. En una rueda de prensa, restó importancia a los comentarios de Trump y los atribuyó a una “reacción emocional” en un contexto de alta tensión internacional. “Este es un momento muy importante que está conectado con una sobrecarga emocional de todos los involucrados”, dijo Peskov.
“La parte estadounidense ha sido clave en impulsar el proceso de negociación. Agradecemos ese esfuerzo, incluso personalmente al presidente Trump”, reconoció el Kremlin, mientras justificaba los bombardeos como una respuesta a intentos ucranianos de atacar Moscú. Según Peskov, drones ucranianos intentaron interrumpir el desfile del Día de la Victoria, y eso forzó una reacción militar rusa.
“El presidente Putin hace lo que debe para garantizar la seguridad de Rusia”, insistió Peskov, señalando que los ataques rusos se dirigieron a objetivos militares, mientras acusaba a Ucrania de atacar infraestructura civil en territorio ruso.
En medio de estas tensiones, las conversaciones de paz permanecen estancadas, mientras Rusia mantiene el control sobre aproximadamente el 20% del territorio ucraniano. La violencia recrudece y la diplomacia parece alejarse aún más, en un escenario que amenaza con prolongar el conflicto indefinidamente.
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