En medio de la profunda crisis económica que atraviesa Cuba, una anciana fue arrestada en el Parque El Curita, en La Habana, por vender refrescos. El hecho, captado en video y difundido por el medio independiente CubaNet, ha provocado una ola de indignación tanto en el lugar como en redes sociales, al evidenciar una vez más el trato represivo del régimen hacia los ciudadanos más vulnerables.
La mujer, visiblemente mayor, intentaba ganarse la vida vendiendo productos básicos como refrescos y bolígrafos, una práctica común entre los adultos mayores en la Isla, cuyas pensiones estatales no alcanzan para cubrir siquiera las necesidades más elementales. En lugar de recibir comprensión o ayuda, fue abordada y reducida por agentes de la Policía, quienes además le decomisaron toda su mercancía.
“Usted debe tratarme como una persona mayor. Yo podría ser su abuela”, se le escucha decir a la mujer con voz firme, mientras era sujetada por los agentes ante la mirada atónita de los testigos. Uno de ellos calificó la escena de “injusta”, y otro denunció que a personas como ella “les quitan todo y luego les ponen multas de 24,000 pesos, aunque tengan 80 años”.
La situación no es aislada. En los últimos meses se han registrado varios episodios similares. En febrero, Héctor Julio Cedeño Negrín, de 71 años, fue arrestado violentamente por portar una pancarta con consignas políticas en la calle Monte. Y en diciembre, un niño que vendía caramelos en el Aeropuerto de La Habana fue detenido y llevado en una patrulla, en un acto igualmente repudiado.
Estos casos reflejan la creciente criminalización del trabajo informal y la falta de empatía institucional hacia los sectores más desfavorecidos. Mientras el Estado no garantiza un sustento digno a sus ciudadanos mayores, reprime con fuerza cualquier intento de subsistencia individual, dejando a miles de ancianos entre el abandono y la persecución.
La represión a esta anciana no solo evidencia la precariedad del sistema cubano, sino también el colapso moral de un régimen que responde con castigo a quienes solo intentan sobrevivir.