Sigue crítico el abasto de agua a la capital
Redacción de CubitaNOW ~ viernes 24 de enero de 2025
El déficit de abasto de agua en La Habana es un problema crónico que afecta a miles de residentes, agravado por la combinación de una infraestructura deteriorada, pérdidas en el sistema de distribución y falta de mantenimiento adecuado. Esta crisis impacta directamente en la calidad de vida de los habitantes, que enfrentan serias dificultades para acceder a un suministro estable y seguro de agua potable.
No obstante esta situación, se realizó la clausura de la Jornada por el Aniversario 132 de la creación del Acueducto de Albear con la entrega de los premios Albear propuestos por la Unión Nacional de Arquitectos e Ingenieros de la Construcción de Cuba. ¡Cosas del comunismo! Mientras premian este jueves no entró agua al Cerro ni a Marianao, ni en algunos lugares de Boyeros, ni en otros de Playa. ¿Están locos o son inconscientes?
Gran parte del sistema hidráulico de La Habana data de principios del siglo XX y su mantenimiento ha sido insuficiente durante décadas. Se estima que más del 50% del agua bombeada se pierde debido a roturas, fugas y conexiones ilegales en las tuberías. Las calles de la ciudad están plagadas de grandes botaderos de agua, visibles en forma de charcos interminables que fluyen durante días o semanas sin ser reparados. Estos botaderos no solo agravan el déficit, sino que representan un despilfarro en un contexto donde el agua disponible ya es insuficiente para satisfacer la demanda.
El sistema de acueductos no logra abastecer de forma continua a la población. Muchas zonas reciben agua solo durante unas pocas horas al día, e incluso hay barrios que dependen de camiones cisterna, conocidos como “pipas”, para cubrir sus necesidades básicas. Esta situación genera tensiones entre vecinos, ya que el acceso al agua se convierte en una lucha diaria, y en ocasiones las familias deben pagar precios elevados por servicios particulares.
El déficit de agua se debe, en gran parte, a la insuficiencia en las fuentes de abasto y la incapacidad del sistema para distribuirla de manera eficiente. Las principales fuentes que suministran agua a La Habana, como las cuencas subterráneas y los embalses, han mostrado niveles decrecientes debido a sequías recurrentes y sobreexplotación. A esto se suma la incapacidad de las estaciones de bombeo y plantas potabilizadoras para operar a plena capacidad, muchas veces por falta de piezas de repuesto y tecnología obsoleta.
El crecimiento poblacional también ha ejercido presión sobre el sistema. A pesar de que el censo oficial refleja una población estable, las migraciones internas hacia la capital han aumentado la demanda en barrios periféricos donde la infraestructura no está preparada para soportar la carga adicional.
Los botaderos de agua en las calles de La Habana son una manifestación visible del deterioro del sistema. Las roturas en las tuberías suelen tardar semanas o meses en repararse, cuando no son ignoradas completamente. Esto se debe a la falta de recursos, equipos especializados y personal técnico capacitado. Mientras tanto, enormes cantidades de agua limpia se pierden diariamente, corriendo por las aceras y generando molestias a los transeúntes.
Estos botaderos no solo representan un desperdicio de un recurso vital, sino que también contribuyen al deterioro de las calles, ya de por sí en mal estado. Las acumulaciones de agua estancada fomentan la proliferación de mosquitos y otros vectores de enfermedades, agravando los problemas de salud pública.
Para resolver esta crisis, se necesitan inversiones significativas en la modernización del sistema hidráulico, incluyendo la sustitución de tuberías, reparación de bombas y estaciones de potabilización, así como la implementación de tecnologías más eficientes. Sin embargo, las limitaciones económicas y la falta de voluntad política han retrasado estas medidas.
En resumen, el déficit de abasto de agua en La Habana y los frecuentes botaderos en las calles reflejan la urgente necesidad de reformar y modernizar la infraestructura hidráulica de la ciudad. Mientras tanto, los habaneros continúan enfrentando esta crisis con resiliencia, adaptándose a las dificultades diarias para acceder a este recurso esencial.