El Senado de Estados Unidos cerró la puerta a cualquier posibilidad de extender los subsidios de la Ley de Cuidado de Salud Asequible (ACA), provocando un panorama incierto y costoso para millones de personas que dependen de estos créditos para mantener un seguro médico accesible. Las dos propuestas presentadas en el pleno —una demócrata y otra republicana— fueron rechazadas, dejando sin margen de maniobra antes de que los beneficios expiren el 1 de enero.

Los demócratas apostaban por una extensión por tres años, mientras que los republicanos impulsaban un plan basado en cuentas de ahorro para la salud que entregaría fondos directamente a los consumidores. Las diferencias ideológicas, sumadas al clima político hiperpartidista que vive Washington, hicieron imposible cualquier convergencia.

Chuck Schumer, líder demócrata, advirtió que no actuar a tiempo tendría consecuencias visibles para las familias estadounidenses. Sin embargo, los republicanos mantuvieron su postura de que la ACA es insostenible tal como está y requiere cambios estructurales. Incluso con voces dentro del propio Partido Republicano pidiendo una solución temporal —como el senador Thom Tillis— no se logró abrir un canal de negociación real.

Esto ocurre después de que, hace apenas semanas, un grupo de demócratas centristas y republicanos pactaran poner fin al cierre del gobierno a cambio de garantizar una votación sobre los subsidios. Pero ese intento de romper el hielo quedó en nada. Las conversaciones se estancaron cuando algunos republicanos exigieron incluir nuevas restricciones relacionadas con el aborto, una condición innegociable para los demócratas.

La situación también refleja la profunda fragmentación dentro del Congreso. Mientras el Senado cerraba filas en posiciones opuestas, en la Cámara de Representantes los republicanos evalúan múltiples propuestas sin llegar a un consenso. Algunos legisladores temen el impacto político de dejar que los costos de salud se disparen en pleno año preelectoral; otros, alineados con el ala más conservadora, prefieren dejar que los subsidios expiren para forzar una reforma mayor.

El resultado práctico es claro: a partir de enero, millones de estadounidenses verán incrementos notables en sus primas de seguro médico. Para muchos, esto representará un golpe directo a su presupuesto familiar y acrecentará la percepción de que Washington sigue atrapado en sus propias guerras políticas.

Una vez más, la salud de los ciudadanos queda en el centro de un choque partidista que parece lejos de resolverse.

Fuente: AP

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