Los precios en Cuba siguen por las nubes y para nada al alcance de los ciudadanos que viven de su salario o los jubilados que no tienen acceso al MLC (Monedas Libremente Convertibles).

Una cubana compartió una imagen con las precios en la tienda en MLC en Cuatro Caminos, La Habana.

En la tabla aparece un filete de res (solomillo), el kilogramo sale a 29,75; el jamón de cebo ibérico a 19,50 o 25,13; un kg de entrecot de carne de res a 18,75 MLC.

"La mortadella siciliana viene con Al Capone", dijo una cubana ante el coste: 7,20 MLC el kilogramo. Por su parte, la mortadella ahumada está a 11,95 MLC el kg.

Varios cubanos lamentaron los precios en Cuatro Caminos, donde lo más barato es la mantequilla a 3,75 MLC. "En cualquier momento tenemos que pagar con Oro 22 porque no es suficiente la cantidad de MLC. Todos los días suben un poquito".

"Nosotros somos carneros, si nos uniéramos todos no estaríamos así, pasando hambre y miseria. Y todo por MLC, una moneda que no pagan y así dicen que hay que resistir. Claro, si ellos no caben por la puerta de la buena vida y de los filetes que se comen".

"El problema no serían los precios si todos tuviésemos acceso a la moneda, pero eso es para unos pocos que cuentan con un familiar que les provee y los demás nos tenemos que conformar en conocer lo que ofertan por publicaciones como esta. De otra manera, soñar es gratis".

"Qué horror esos precios y son del Estado. Entonces por qué le hacen la vida imposible a los vendedores particulares, acaballándolos a multas. Manden a los inspectores para ese lugar".

"Nos están desangrando a los familiares del país del bloqueo. El bloqueo está aquí con los precios extremadamente altos y las madres cubanas volviéndonos locas para poder poner un pedacito de proteína en la boca a nuestros hijos para que mal estudien. Pena le debe de dar a este país, ya esto no da más".

"Al final los revendedores son niños de tetas al lado de estos ladrones. ¿Quién le topa los precios a ellos? Al final tienen un monopolio en todo y administran a Cuba como su finca privada".

"Lo que sí hay poco es la sensibilidad y el amor por el pueblo, por la gente de a pie, la gente que como yo estoy en estos momentos en mi trabajo dándolo todo y con una sonrisa de oreja a oreja con el cliente pero con un hueco en el cerebro pensando que mi refrigerador es una pista de patinaje. ¡Inconcebible! pero cierto", confesó un cubano ante la escasez y los altos precios.

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