Hace apenas unos días se conoció un caso estremecedor de seis niños en peligro extremo en Cuba, pero nuevas denuncias muestran que la situación es mucho más grave y generalizada. Según testimonios recientes, más de 20 niños y sus madres permanecen atrapados en condiciones infrahumanas en el albergue “El Camarón Encantado”, ubicado en Calle 80 y 21, en el reparto Buena Vista, municipio Playa, La Habana. Algunos de estos menores han pasado más de 10 años en un entorno que carece de servicios básicos esenciales.

En este albergue no existen baños sanitarios adecuados: los niños y sus madres deben realizar sus necesidades en cubos, los cuales luego son arrojados a la basura. Esta situación es un reflejo del abandono sistemático por parte de las autoridades locales. Ni el gobierno municipal ni la Dirección de Vivienda han intervenido para remediar la crisis, a pesar de que las condiciones han sido denunciadas reiteradamente.

La directora de Vivienda de Playa, Teresa Karina Milán, figura entre los funcionarios señalados por corrupción grave. Según los informes, mantiene redes ilegales de venta de viviendas junto a otros altos cargos como Humberto Guijarro, Intendente de la Construcción; Enrique Florat Lago, Presidente de la Asamblea Municipal y delegado del albergue; y Ernesto, Viceintendente del gobierno de Playa.

Mientras tanto, estos funcionarios viven en mansiones de zonas prestigiosas del municipio, en contraste con la pobreza y el abandono que enfrentan las familias en sus albergues.

Las imágenes y testimonios recopilados muestran apenas una fracción del horror que enfrentan estos niños día tras día. La promesa oficial de que “los niños nacen para ser felices” contrasta dolorosamente con la realidad de abandono, miseria y desesperación en la que se encuentran. Este no es un caso aislado; albergues en condiciones similares proliferan en otros municipios y provincias del país, evidenciando que la crisis habitacional e infantil en Cuba es estructural y sistémica.

Las madres claman por soluciones inmediatas: “Nos han tirado y olvidado. Es un abuso intolerable lo que sufren nuestros hijos”, relatan. La exigencia es clara: dignidad, recursos y viviendas adecuadas, no discursos vacíos ni promesas incumplidas. La comunidad internacional y los medios de comunicación deben visibilizar esta tragedia para presionar por cambios reales. La situación de estos niños es una llamada urgente a la acción y a la justicia social.

Fuente: Irma Broek

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