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Las campanas de La Milagrosa y el precio de la coherencia cristiana en Cuba

Redacción de CubitaNOW ~ sábado 13 de diciembre de 2025

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La activista Lara Crofs compartió un mensaje que rápidamente se volvió símbolo de valentía y coherencia moral en medio de la crisis cubana. En su publicación, difundida ampliamente en redes sociales, Lara llama a no olvidar el rostro ni el gesto del sacerdote mexicano José Ramírez, quien hizo sonar las campanas de la iglesia La Milagrosa, en Santos Suárez, como respaldo a una protesta vecinal provocada por un apagón que superó las 12 horas. Su mensaje no solo documenta un hecho, sino que lo resignifica como un acto de fe y solidaridad con el pueblo.

Según relata Lara, el padre José fue expulsado de la Congregación de la Misión en Cuba por ese acto, considerado por las autoridades como un “delito”. Sin embargo, para muchos cubanos, el repique de las campanas fue un grito espiritual de acompañamiento y dignidad. “Si ustedes salen, yo salgo. Si ustedes gritan, yo grito”, expresó el sacerdote, dejando claro que su compromiso pastoral no se limita al altar, sino que se extiende a la realidad concreta de sus feligreses.

La expulsión del padre Ramírez tiene implicaciones profundas. En primer lugar, envía un mensaje de castigo ejemplar a líderes religiosos que decidan acompañar abiertamente al pueblo en sus reclamos sociales. También expone las tensiones existentes entre la Iglesia y el poder político cuando la fe se traduce en acciones concretas de apoyo ciudadano. Para muchos creyentes, este hecho marca un punto de inflexión: evidencia que incluso los gestos simbólicos y pacíficos pueden ser reprimidos si cuestionan el orden impuesto.

Al mismo tiempo, el caso ha generado una ola de solidaridad. En los comentarios a la publicación de Lara Crofs, decenas de personas agradecen al sacerdote, lo bendicen y lo comparan con figuras históricas de rebeldía moral, como el padre Hidalgo. Estas reacciones muestran que, aunque se intente silenciar un gesto, su eco puede ser mayor que el castigo.

El “campanazo” del padre José Ramírez ya forma parte de la memoria colectiva de muchos cubanos y es que no se trata solo de un sacerdote expulsado, sino de un pastor que eligió estar del lado del pueblo, asumiendo las consecuencias.

En una Cuba marcada por la escasez, los apagones y el cansancio social, ese sonido de campanas sigue resonando como símbolo de fe, valentía y libertad.



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