La Revolución Cubana: El fracaso de una utopía y sus ecos en América Latina
Redacción de CubitaNOW ~ lunes 6 de enero de 2025
El desenlace de la Revolución Cubana tras más de seis décadas de dictadura, represión y crisis social, es un recordatorio contundente de los riesgos asociados a los regímenes autoritarios y los proyectos utópicos impuestos mediante la violencia.
Desde su inicio en 1959, el régimen cubano se presentó como un modelo de justicia social y progreso. Sin embargo, los resultados reales muestran un colapso total de su economía y un deterioro profundo en la calidad de vida de sus ciudadanos. Este fracaso desenmascara los ideales que, en su momento, inspiraron movimientos radicales en toda América Latina, como los Montoneros en Argentina, quienes buscaron replicar la experiencia cubana.
Cuba: Entre la Ruina Económica y la Migración Masiva
El censo oficial de 2012 reportaba 11,1 millones de habitantes en Cuba, una cifra que hoy se ha reducido a menos de 8,5 millones. Esta caída no se debe a catástrofes naturales, sino al colapso institucional del socialismo. Millones de jóvenes, muchos de ellos altamente capacitados, han emigrado en busca de oportunidades, dejando atrás un país atrapado en la pobreza extrema.
La inflación supera el 30% anual, el dólar se dispara en el mercado informal y la infraestructura básica está al borde del colapso. Las constantes fallas eléctricas han obligado a las familias a cocinar en fogatas improvisadas y a adaptarse a vivir con apenas unas horas de electricidad al día. La comida, que antes se distribuía mediante libretas de racionamiento, se ha convertido en un bien escaso.
Además, la dependencia histórica de la isla de subsidios extranjeros, primero de la Unión Soviética y luego de Venezuela, permitió al régimen sostenerse sin exigir productividad. Hoy, sin ese apoyo, queda en evidencia la inviabilidad de un sistema basado en la represión y la falta de incentivos económicos.
Los Ecos del Pasado en América Latina
El declive cubano también arroja luz sobre los movimientos guerrilleros de los años 70, como los Montoneros en Argentina, que justificaron la violencia bajo el pretexto de ideales revolucionarios. Inspirados por figuras como Ernesto "Che" Guevara, estos grupos adoptaron la lucha armada, dejando un legado de dolor y retroceso social.
El Che, ícono de la revolución cubana, declaró sin reparos en la ONU en 1964: "Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario". Estas palabras, que glorificaban la violencia, inspiraron a generaciones que creían en la superioridad moral del marxismo. Sin embargo, el tiempo ha demostrado que los métodos empleados no solo fueron crueles, sino también ineficaces para construir sociedades justas y prósperas.
El Debate sobre la Memoria y la Justicia
En Argentina, las últimas décadas han sido testigos de una revalorización parcial de estos movimientos bajo el paraguas del kirchnerismo. Declaraciones como el "Día del Militante Montonero", establecido en 2012 por Cristina Kirchner, intentaron glorificar a figuras que participaron en acciones violentas, como el asesinato de Pedro Eugenio Aramburu.
Sin embargo, recientes fallos judiciales han dado un giro importante al reconocer que actos como la voladura del comedor de la Policía Federal en 1976, realizada por Montoneros, constituyen crímenes de lesa humanidad y, por ende, son imprescriptibles. Esto marca un paso hacia un reconocimiento más equilibrado de la historia, donde se condenan los excesos tanto de los regímenes militares como de los grupos insurgentes.
El caso cubano y su impacto en América Latina nos invitan a reflexionar sobre las consecuencias de imponer ideologías por la fuerza. El fracaso del régimen cubano, más allá de las excusas del "bloqueo" estadounidense, demuestra que la sostenibilidad de un sistema político requiere respeto por las libertades democráticas y una economía basada en incentivos reales, no en subsidios externos ni en represión.
A más de seis décadas del triunfo de la Revolución Cubana, el sueño de construir una sociedad igualitaria mediante la violencia ha terminado en una pesadilla de miseria y migración masiva. Al mismo tiempo, este desenlace ofrece lecciones valiosas para rechazar cualquier intento de justificar la violencia política en nombre de ideales utópicos.
En última instancia, es legítimo aspirar a un mundo mejor, pero nunca a costa de las libertades, los derechos y las vidas de los demás.
(Con información del diario argentino "La Nación")