La tormenta tropical Oscar, que inicialmente impactó a Cuba como un huracán antes de perder fuerza, ha puesto en evidencia no solo la fragilidad del sistema energético de la isla, sino también las graves carencias en la comunicación y respuesta del régimen. Con una población ya castigada por días de apagones, la llegada del fenómeno meteorológico encontró a millones de cubanos desinformados y sin acceso a las noticias debido a la falta de electricidad.

En varias zonas del país, la Defensa Civil, tradicionalmente encargada de coordinar las alertas ante estos eventos, brilló por su ausencia en la tarea de informar y preparar a los ciudadanos. La mayoría de los habitantes se enteraban de la llegada del huracán a través de familiares o redes sociales, con información que, en muchos casos, provenía del extranjero. Esta desconexión subraya la ineficacia del gobierno para asegurar que su pueblo esté debidamente informado y protegido ante desastres naturales.

A pesar de los intentos del régimen por proyectar una imagen de control y preparación, la realidad en las calles era caótica. Los constantes apagones han privado a los cubanos no solo de electricidad, sino también de los medios para recibir actualizaciones sobre la tormenta. Con la televisión y la radio fuera de servicio, y sin acceso a internet en muchas áreas, las noticias sobre el huracán Oscar llegaron tarde y de manera fragmentada, lo que incrementó el riesgo para las personas que no pudieron tomar medidas a tiempo.

Mientras el régimen continúa culpando al embargo estadounidense de la crisis energética, la falta de preparación y la ausencia de una estrategia de comunicación efectiva ante emergencias demuestran una gestión cada vez más desconectada de las necesidades del pueblo cubano. La isla sigue sumida en la oscuridad, no solo literal, sino también informativa, en medio de una tormenta que deja expuestas las deficiencias estructurales del país.

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