Cada vez es más complicado para la familia cubana acceder a proteínas y productos diversos del agro. El reajuste salarial aumentó el circulante en un país sin oferta estable de productos, por ello el cubano se enfrenta a una inflación similar a la que desencadenó la crisis de los balseros en los 90.

La carne de cerdo tiende a duplicar su precio de un mes a otro. Los valores del bistec en la primera quincena de enero rondaban los 70 a 90 pesos dependiendo del nivel de abastecimiento de la provincia. En el mismo período de febrero la carne de cerdo llega a valores entre 130 y 150. 

La provincia de Holguín reporta un valor promedio de 130 pesos la libra. La población sufre los efectos de una inflación galopante. Sara Liz, una resiendete de la ciudad de Holguí explicó a Juventud Rebelde: “la carne de cerdo al corte está desde 70 hasta 90 pesos y la limpia para bistec, a 130 pesos; 20 pesos una libra de guayaba, 25 una de pimiento. Ayer un carretillero me vendía una pata de cebollas en 300 pesos”.

Los aumentos salariales no muestran a los cubanos un camino al cambio de la calidad de vida. Lejos de facilitarse las cosas la población observa en un silencio peligroso como se precariza la vida. Claudia Hernández de Cienfuegos argumenta: “350 pesos por una pata de ajo es demasiado. Calculé unas tres libras semanales de carne de cerdo, y solo eso representa unos 700 pesos, de los casi 2 000 que me quedan después de pagar lo indispensable”.

El costo de lo básico supera lo que puede ser pagado. La inflación es un recuerdo vago de los años 90, pero que cada día se patentiza. Para muchos especialistas en 2021 se superará el valor de 150 cup por dólar como en 1994. Esto implicaría un aumento en los precios de la alimentación. 

El estado actual de cosas en la isla hacen suponer que una apertura de fronteras tras el fin de la emergencia por covid generará una crisis migratoria de dimensiones insospechadas. Se repite el panorama del Maleconazo en 1994 y el régimen no tiene herramientas para evitar un éxodo.

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