Estados Unidos presenta hoy el primer avión de sexta generación de mundo, el bombardero furtivo estratégico B-21 Raider, una plataforma tecnológica capaz de llevar bombas nucleares y convencionales y penetrar las defensas más sofisticadas para lanzar ataques de precisión en cualquier parte del planeta.

La aeronave, el primer bombardero estratégico construido en el país en más de 30 años, hará su debut en un hangar de la Fuerza Aérea en Palmdale, California. Será la primera vez que el público pueda ver en directo al Raider, pues hasta ahora sólo existían gráficos artísticos del aparato. El primer vuelo está previsto para el 2023.

Según el fabricante Northrop Grumman, el B-21 es una plataforma tecnológica clasificada en todos sus aspectos. Puede ser volado con o sin piloto, y aunque se parece mucho a su predecesor B-2 por el fuselaje en forma de ala delta, en realidad son muy distintos.

“La forma en que opera internamente es extremadamente avanzada en comparación con el B-2”, dijo Kathy Warden, directora ejecutiva de Northrop Grumman Corp., en referencia al software de la aeronave.

Se cree que el fabricante también ha desarrollado avanzados materiales y revestimientos para hacerlo más difícil de detectar y nuevas formas de propulsión. En cuanto a capacidades electrónicas, el nuevo bombardero estratégico podrá falsificar su propia imagen en los radares enemigos para camuflarse como otro objetivo.

Expertos militares consideran que el desarrollo del B-21 es parte clave de la modernización de la llamada “triada nuclear”, que incluye a los misiles balísticos intercontinentales con base en tierra, los proyectiles atómicos en submarinos y los bombarderos nucleares estratégicos. 

Según CNN, tanto la Fuerza Aérea como Northrop se han congratulado con el rápido desarrollo del avión: solo siete años desde la adjudicación del contrato a la presentación de la primera unidad. Otros programas militares para el desarrollo de aviones y barcos se han extendido por décadas.

El B-21 Raider reemplaza al B-2 Spirit, que entró en operaciones en 1988. Inicialmente el proyecto B-2 contemplaba la fabricación de un centenar de unidades, pero entre los altos costos y la caída de la Unión Soviética las necesidades variaron y únicamente se construyeron 21 aviones.  

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