Vecinos en Cienfuegos aseguran que los cajeros automáticos de la ciudad se han convertido en el epicentro de un negocio “institucionalizado” que beneficia a redes de coleros y a determinadas Mipymes, mientras el pueblo trabajador especialmente ancianos y personas vulnerables queda sistemáticamente sin acceso a su propio dinero.

Según los testimonios recopilados, dos coleras ampliamente conocidas en la zona actúan a diario extrayendo grandes sumas de efectivo para abastecer a Mipymes locales.

Por cada tarjeta bancaria que utilizan, denuncian los afectados, estas mujeres cobran 1,000 pesos, convirtiendo la necesidad del pueblo en un negocio seguro y continuo.

Una de las implicadas, apodada “la China colera”, opera principalmente en los cajeros de la calle Argüelles y la calle San Carlos.

La otra, conocida por la población como la colera del pulóver azul, envía a un hombre mayor a “garantizar los turnos” desde las 4 de la tarde del día anterior.

El anciano duerme toda la noche en el portal del banco para asegurar varios lugares en la cola, repitiendo siempre la frase: “somos 5”, en referencia al grupo de coleras al que sirve.

A la mañana siguiente, estas mujeres aparecen hasta con diez tarjetas cada una y vacían los cajeros, dejando a los ciudadanos sin posibilidad de retirar su dinero.

Esta práctica afecta especialmente a jubilados y personas con discapacidad, quienes dependen del efectivo para cubrir sus necesidades básicas.

El malestar llegó ayer a la sucursal bancaria de la calle Argüelles, donde varios ciudadanos intentaron hablar con la directora del banco.

Según la denuncia del perfil de Faceboook La Tijera, la funcionaria no dio la cara ni ofreció respuesta, a pesar de las reiteradas quejas. Los afectados solicitaron una medida mínima: asignar a un trabajador del banco para organizar la cola y garantizar el acceso equitativo al servicio. La respuesta fue el silencio absoluto.

Los cienfuegueros califican este fenómeno como un negocio institucionalizado, no una simple indisciplina social.

El negocio opera a plena vista, ante la inacción de las autoridades, mientras el pueblo continúa pagando las consecuencias de un sistema bancario colapsado y un modelo de gestión que favorece a los más cercanos al poder económico.

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