El caso del empresario cubano José Menéndez asesinado por sus hijos que ahora buscan la libertad
Redacción de CubitaNOW ~ miércoles 27 de noviembre de 2024
Tras 34 años en prisión, Lyle y Erik Menéndez, condenados a cadena perpetua por el asesinato de sus padres en 1989, comparecen nuevamente ante un juez mientras crece el apoyo a su liberación.
El caso, que en su momento generó amplia atención mediática, vuelve al foco público gracias a una campaña impulsada por figuras como Kim Kardashian y recientes producciones de Netflix que exploran la controvertida historia.
Los hermanos fueron condenados en 1993 por homicidio en primer grado, acusados de matar a su padre, José Menéndez, un ejecutivo cubano, y a su madre, Mary Louise "Kitty", supuestamente para heredar 14 millones de dólares. Sin embargo, la defensa alegó que actuaron tras sufrir años de abuso físico y sexual por parte de su padre y la negligencia de su madre.
La defensa busca reducir los cargos a homicidio involuntario o lograr una nueva sentencia, lo que podría permitir su libertad condicional. También han solicitado clemencia al gobernador de California, Gavin Newsom.
Actualmente, los Menéndez cumplen su condena en San Diego y comparecerán virtualmente a la audiencia, donde el tribunal decidirá los próximos pasos en un caso que sigue fascinando al público.
Los hechos:
El caso de Lyle y Erik Menéndez es uno de los crímenes más notorios en la historia reciente de Estados Unidos. Los hermanos fueron condenados a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional por el asesinato de sus padres, José Menéndez y Mary "Kitty" Menéndez, ocurrido el 20 de agosto de 1989 en su mansión de Beverly Hills, California.
José Menéndez, un empresario de origen cubano, y su esposa Kitty, estaban en la sala de su casa viendo televisión cuando sus hijos, entonces de 21 (Lyle) y 18 años (Erik), irrumpieron armados con escopetas. Los hermanos dispararon múltiples veces, matando a su padre instantáneamente y dejando gravemente herida a su madre, a quien remataron mientras suplicaba por su vida.
La escena del crimen fue brutal: José recibió disparos en la cabeza y torso, mientras Kitty fue alcanzada por disparos en la cara, pecho y brazos, en un aparente intento de defenderse. Después del asesinato, los hermanos abandonaron la escena y fueron al cine para fabricarse una coartada.
En un principio, los hermanos negaron cualquier implicación, alegando que la masacre fue obra de un desconocido. Sin embargo, en 1990, Erik confesó el crimen a su terapeuta, quien finalmente informó a las autoridades.
Durante el juicio, la defensa de los Menéndez argumentó que los hermanos habían actuado en defensa propia tras sufrir años de abuso físico, emocional y sexual por parte de su padre, un hombre descrito como controlador y cruel. También afirmaron que su madre, Kitty, era negligente y había tolerado el abuso.
Por su parte, la fiscalía presentó a los hermanos como jóvenes privilegiados motivados por la codicia, señalando que tras el asesinato habían llevado una vida de lujos, gastando grandes sumas de dinero en coches, relojes, viajes y ropa. Se argumentó que mataron a sus padres para heredar la fortuna familiar, que ascendía a unos 14 millones de dólares.
El caso atrajo una gran atención mediática. En un primer juicio, los jurados no lograron alcanzar un veredicto unánime debido al testimonio sobre los supuestos abusos. Sin embargo, en un segundo juicio celebrado en 1995, se excluyeron gran parte de los detalles de los abusos, y ambos hermanos fueron declarados culpables de asesinato en primer grado.
El juez sentenció a Lyle y Erik Menéndez a cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Actualmente, ambos cumplen su condena en la misma prisión, tras años de estar separados.
El caso Menéndez sigue siendo objeto de debates y análisis, especialmente en torno a los abusos alegados y cómo estos pudieron haber influido en el crimen. Ha sido tema de documentales, libros, y series, mostrando cómo una familia aparentemente perfecta escondía un trágico y violento trasfondo.
A pesar de varias apelaciones, los hermanos Menéndez permanecen en prisión, y su caso continúa siendo un ejemplo impactante de cómo los conflictos familiares pueden desencadenar tragedias extremas.