Delitos en Las Tunas: un síntoma de la crisis que no se resuelve con medidas represivas
Redacción de CubitaNOW ~ lunes 13 de enero de 2025
Las autoridades de Las Tunas calificaron como "alentadora, pero insuficiente" la disminución en el ritmo de crecimiento delictivo durante 2024. Sin embargo, el análisis de fondo sobre esta problemática revela que los delitos no son más que un síntoma de la profunda crisis social y económica que atraviesa Cuba. Mientras no se aborden las causas estructurales, el aumento de la vigilancia y las acciones represivas no lograrán erradicar el problema.
Las estadísticas señalan un incremento del 1% en los delitos respecto a 2023, con los robos de ganado, los robos con violencia y el tráfico de drogas liderando la lista. A pesar de las declaraciones oficiales que intentan matizar los datos, los delitos no solo continúan afectando a la tranquilidad ciudadana, sino que evidencian la creciente desesperación de una población agobiada por la escasez y las penurias.
El perfil del delincuente promedio, según las autoridades, es el de "un joven menor de 30 años sin empleo ni antecedentes penales" lo que pone en evidencia un círculo vicioso: la falta de oportunidades laborales y económicas lleva a muchos a buscar sustento por vías ilegales. Aunque las autoridades insisten en que "los desocupados rechazan las ofertas de empleo", este discurso ignora que los trabajos disponibles suelen ser mal remunerados, insuficientes para cubrir las necesidades básicas.
Por otro lado, las medidas aplicadas, como el incremento de inspecciones y operativos represivos, son soluciones superficiales que atacan las consecuencias, pero no las causas. La pobreza, el desabastecimiento y la corrupción en las estructuras estatales son el verdadero origen de muchos de estos delitos. La propia contralora jefa de la provincia reconoció que la falta de control interno y la pérdida de valores éticos facilitan la corrupción y la comisión de delitos.
En lugar de fortalecer el control punitivo, el enfoque debería centrarse en crear un entorno que ofrezca alternativas reales a la ilegalidad. Esto implica garantizar empleos dignos, acceso a bienes esenciales y una mayor transparencia en la gestión estatal. Sin estas reformas estructurales, cualquier reducción en los índices delictivos será temporal y se mantendrá a expensas de un clima de vigilancia y represión que solo genera más tensión social.
Además, las autoridades locales admiten que han identificado las zonas más afectadas por los delitos, como Delicias en Puerto Padre, pero sus soluciones se limitan a reforzar la seguridad en bodegas o incrementar la vigilancia nocturna. Estas acciones no abordan el núcleo del problema: un sistema que no satisface las necesidades básicas de la población.
La "tranquilidad ciudadana" que el socialismo cubano se enorgulleció de ofrecer durante décadas está en crisis, y la respuesta oficial sigue siendo la de perpetuar discursos de combate sin soluciones reales. Como bien señaló el primer secretario del Partido en la provincia, "no podemos vivir a base de ejercicios" represivos. Pero tampoco se puede pretender resolver una crisis multifacética con más control sin transformar las condiciones de vida de los cubanos.
Si el gobierno no actúa sobre las causas estructurales que empujan a la población a delinquir, el panorama no cambiará. Los delitos son el reflejo de un sistema colapsado, y hasta que no se pongan los recursos y las políticas al servicio del bienestar ciudadano, los índices delictivos seguirán siendo un espejo de la desesperación de un pueblo que lucha por sobrevivir.