El medio oficial Cubadebate lanzó este domingo 28 de diciembre una invitación a sus lectores para contar cómo despedirán el 2025, en un contexto marcado por apagones, escasez de alimentos y dificultades económicas generalizadas.

La propuesta, presentada como un llamado a compartir historias de resiliencia y humanismo, ha sido recibida con escepticismo y críticas en redes sociales, especialmente en Telegram.

En su nota, Cubadebate subraya que “para los cubanos, festejar en familia el fin de año y esperar, unidos, el nuevo aniversario del triunfo de la Revolución es una tradición”, y que la intención es construir “el gran mosaico de esta celebración nacional” a través de relatos de los ciudadanos, incluyendo su nombre, municipio y provincia.

El medio también sugiere cualquier formato, desde poemas hasta crónicas breves, para captar la “esencia del pueblo cubano”.

Sin embargo, la realidad reflejada por los ciudadanos dista mucho de la imagen de unidad y alegría que promueve el medio. Entre los comentarios en Telegram se pueden leer críticas duras: “a la manera tradicional con velas y todo el paquete supervivencia”; “sin luz obviamente, experiencia muy buena, la recomiendo”; y “con la escasez que impera, ¿es para que hagan esa pregunta?”.

Otros usuarios mostraron indignación por las condiciones básicas de vida: “¿Qué año? Sin luz 22 horas, sin dinero, sin comida, sin refrigerador… qué fiesta ni fiesta”, señala uno de los comentarios.

La convocatoria, que busca transmitir optimismo y patriotismo, contrasta con la percepción de los cubanos sobre su día a día, marcado por la falta de electricidad, alimentos y recursos básicos. En lugar de generar entusiasmo, muchos ciudadanos lo han interpretado como un ejemplo más del desconectado discurso oficial, que pretende normalizar la crisis mientras ignora las dificultades reales de la población.

Esta contradicción ha puesto en evidencia la distancia entre el mensaje del gobierno y la experiencia cotidiana de los cubanos, que ven la convocatoria de Cubadebate como un intento de controlar la narrativa y proyectar un patriotismo irreal.

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