Los cubanos solo escuchan de desabastecimiento, carestías e imposiciones. Los últimos días han sido aleccionadores para todos los nacidos en la isla. Hemos constatado que si se está mal, se puede estar peor. El país solo sabe de tragedias y no vemos la luz al final del túnel.

Los cubanos debimos soportar la tragedia de un ministro de cultura golpeando a artistas. Y ser partícipes del circo romano de Huberto López y sus habituales linchamientos de la verdad. Tuvimos que aguantar que lo peor de la cultura cubana diera lecciones de la ética que no posee; mientras que los cubanos siguen esperando la dimisión del inculto de cultura, Alpidio Alonso.

La negligencia de los que, deseosos de dólares, abrieron las puertas de la “solidaridad turística” y permitieron la entrada de cuanta cepa de covid se perdió. Tenemos que mirar como hoy superamos los 1000 cubanos contagiados de una pandemia que debía estar controlada en la isla.

Para colmo de males la familia cubana tuvo que enterrar a 10 maestros, perdidos en un trágico accidente del que no vale la pena profundizar en las razones técnicas, todos sabemos el estado de carreteras y transporte. Lo que sí no puede pasar por alto es que la negligencia arrebató hijos, esposos, amigos y padres que no pueden ser canjeados por las medallas y reconocimientos de última hora. El régimen quiere mostrar en sus muertes lo que no les dieron en vida.

La televisión y la prensa en Cuba, al servicio de la dictadura, no le basta las terribles situaciones que vivimos los cubanos. Lo importante es dividir, menospreciar, perseguir y atacar a los aspirantes a un diálogo, a los que buscan un camino de prosperidad que nos saque de esta tragedia perenne. Vivimos la condena de sobrevivir en silencio. (Breve reflexión de inicio de semana)

Recomendado para ti