El país que más invierte en seguridad en el hemisferio occidental fue “tomado por sorpresa” por vándalos domésticos. ¿Cómo se le escapó este peligro potencial a la CIA o al FBI? ¿Qué estaban pensando los encargados de la seguridad del Congeso?¿Cómo se organizó un anillo de seguridad tan insignificante? 

Son muchas las preguntas que imaginamos las respuestas, pero de las que no tenemos certeza ninguna. 

 Desde que se decretó la “Ley patriótica” tras los atentados del 11 de septiembre, la potencia mundial no le ha temblado la mano en poner tras las rejas a lo que puedan quitar el sueño a sus ciudadanos. Por lo que es inconcebible lo que pasó el 6 de enero. ¿Acaso los servicios de inteligencia se hicieron de la vista gorda? 

Desde que Trump llegó al poder algo se invirtió en Estados Unidos. Los conceptos y derechos son trucados al límite de la insurrección. Da igual de dónde haya venido la violencia en estos cuatro años. La realidad es que no se experimentaba esta animosidad desde la muerte de Martin Luther King. 

La irresponsabilidad de Trump no tiene comparación. Ha estado convocado y deseando lo ocurrido desde que la derrota se le hizo evidente. Usó su discurso falaz para renegar de la democracia estadounidense y arengar a turbas fanáticas a socavar el Estado de Derecho. 

El FBI anunció que está en marcha una investigación. Por el momento solo queda enterrar los 5 muertos de la incursión terrorista, clamar por que no se queden en 69 los detenidos y confiar que la justicia no se aplica en Estados Unidos por conveniencia. Esperemos que el indulto a Nixon no le aplique a Trump. 

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