El boxeador cubano, Ariel Hernández Azcuy, ganador de dos medallas de oro olímpicas en Barcelona 1992 y Atlanta 1996, ha alzado su voz para expresar el descontento y la difícil realidad que enfrentan los atletas tras su retiro, sumidos en el olvido y con escasos recursos económicos.

"Por ser doble campeón olímpico recibo 7 mil 200 pesos, eso no alcanza", manifestó con decepción, poniendo de manifiesto la insuficiencia de recursos económicos para subsistir dignamente.

El exboxeador, quien alcanzó el estrellato a temprana edad y se convirtió en uno de los mejores púgiles en la categoría de 75 kilogramos, describió la transición de su carrera tras su éxito en los Juegos Olímpicos.

Explicó que su decisión de abandonar el boxeo se vio influenciada por desacuerdos con el colectivo técnico sobre su peso y categoría, lo que lo llevó a tomar la difícil determinación de dejar el deporte que lo catapultó a la fama.

Ariel Hernández Azcuy también abordó la cruda realidad detrás del glamour deportivo, confesando haber caído en el mundo de las adicciones tras su retiro. "Caí en el mundo de la bebida. Lo reconozco. Entré en un círculo de fiestas y música", admitió, pero añadió que pudo salir de esa espiral negativa gracias al apoyo de su familia y amistades cercanas.

"Recortarse tanto en la juventud lleva a que muchos se tiren a la bebida. Al retirarse se sienten indefensos. Es duro. Te metes en ese mundo. Te encierras en tu casa, en tu mente estás solo”, explica.

“Además, si no te dan lo que mereces es peor aún. Nadie viene a ti. Ni siquiera los que pen­sabas que lo harían. Es como si te utilizaran”, agrega.

Con 50 años en la actualidad, Hernández Azcuy reveló su ocupación actual como custodio en una mipyme, reflejando el dramático contraste entre su glorioso pasado como un campeón olímpico y su presente en el anonimato, enfrentando dificultades económicas y el olvido de sus logros deportivos.

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