Se llama igual que el multicampeón mundial y olímpico de salto de longitud Iván Pedroso, pero ni fue atleta ni es famoso. Se trata de un púgil de las décadas de los 60-70 que hoy tiene 71 años. A pesar de su edad, este Iván Pedroso se desplaza con la destreza de lo aprendido en el ring. Cuando lo escuchas te das cuenta que pudiera ser un buen entrenador y preparar la cantera de la que fue la nave insignia del deporte cubano: el boxeo. Sin embargo, es un enajenado de la sociedad, un alcohólico.
Lamentablemente, este Iván Pedroso no es de interés de los funcionarios del INDER, acostumbrados mandato tras mandato, a utilizar los deportistas y en su mayoría, desecharlos después.
Ejemplos sobran; ahí está el astro zurdo del pitcheo cubano Jorge Luis Valdés, alcoholizado, sin dientes, sin apoyo alguno para salir de ese atolladero; el Señor Pelotero Luis Giraldo Casanova, que no ocupa ni remotamente el lugar que le corresponde y también lo vez desde horas bien tempranas del día, ingiriendo bebidas alcohólicas.
Ni que decir que el recientemente fallecido voleibolista Abel Sarmientos, abandonado a su suerte después de haber integrado un equipo de lujo, ganador de la Copa del Mundo Japón 1989, entre otros logros.
Un triste recuerdo nos trae la gallarda figura de otro púgil, Gilberto Carrillo, recordado no solo por su plata olímpica de Munich´72 sino por sus encarnizados combates con Mate Parlov de la entonces Yugoslavia. Carrillo, fallecido en 1996, se personó un día en la dirección del INDER para tratar de conversar con el titular de ese organismo, algo que no consiguió. Dejó una carta con muy pocas letras donde rogaba le dieran una máquina de refrigeración para su equipo de frío. Nunca se enteró si se la dieron o no porque falleció poco después.
La Comisión de Atletas es un fraude y eso lo saben todos en el INDER, a cualquier nivel en la Isla. No resuelven, no ayudan, no hacen prácticamente nada. En honor a la verdad, los deportistas que han asumido esa responsabilidad, en la mayoría de los casos, han estado impotentes y por mucho que han querido, nada han podido solucionar: nunca hay lo que necesita el atleta retirado que nada significa ya para los buitres del deporte cubano.
El abandono de las glorias deportivas cubanas es una realidad que afecta profundamente a muchos deportistas que, después de haber alcanzado el reconocimiento internacional, quedan al margen de las instituciones deportivas del país. Ejemplos como el del púgil Iván Pedroso reflejan una triste verdad sobre el olvido y la falta de apoyo a los deportistas que ya no están en la cima de sus carreras.
La falta de programas de reintegración y apoyo post-carrera ha dejado a muchos de estos atletas en una situación precaria, sin la infraestructura adecuada para continuar contribuyendo al desarrollo de su deporte, como entrenadores o embajadores del mismo. Este fenómeno pone de manifiesto la desconexión entre el sistema deportivo cubano y el bienestar de sus ex deportistas, quienes después de darlo todo por el país, se ven en la necesidad de luchar por sobrevivir fuera del cuadrilátero, la cancha, el estadio o la pista.
Afortunadamente el otro Iván Pedroso, el Saltamontes cubano, goza de otra realidad que él mismo se forjó fuera de Cuba y hoy día es de los entrenadores más exitosos del atletismo universal.
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