Ahogada en llanto, madre cubana asegura que le mataron a su hijo en la cárcel

Redacción de CubitaNOW ~ viernes 16 de abril de 2021

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Bárbara Rosabal Fernández es el nombre de esta madre cubana que rompió el silencio. En conversación con la prensa independiente reveló que a su hijo lo mataron en la cárcel y no fue un suicidio como intentan hacer ver.

“A mi hijo lo asesinaron en la cárcel, él no se suicidó”, dijo la madre de Joaquín Martínez, un recluso de 32 años hallado muerto en una celda del Hospital Nacional de Reclusos, en la prisión del Combinado del Este, en La Habana.

Cuando se supo de su deceso, esta cubana comenzó a exigir a las autoridades competentes una investigación sobre la que ocurrió. Al tercer día de enterrado, pidió la exhumación del cadáver para comprobar si la muerte del joven se debió a un homicidio o a un suicidio.

Joaquín Martínez Fernández, explica Cubanet Noticias, “cumplía su sanción en la cárcel para pacientes de VIH, ubicada en Güines, provincia de Mayabeque. En octubre de 2019, al ser diagnosticado con tuberculosis fue trasladado al hospital, donde se desencadenaron los eventos que culminaron con su muerte”.

“La última vez que lo visité me dijo llorando que lo habían aislado porque lo acusaban de posesión de pastillas. Estaba muy deprimido por esa situación, no sabía cómo iba a salir de eso”, reveló Bárbara.

 

Los funcionarios del penal encontraron entre las pertenencias del joven más de la cantidad permitida de medicamentos (difenhidramina) recetados a los reclusos ingresados en el hospital y lo aislaron en una celda donde se autoagredió.

“Ofrecimos los nombres de quienes le pusieron las pastillas entre sus pertenencias, pero nunca fueron investigados, ni siquiera por las amenazas de muerte que nos hicieron”, refiere su madre.

Al ver cómo estaba, ella trató de hablar con el encargado del orden interno del hospital, un oficial con grado de teniente coronel nombrado Juan Carlos.

“Cuando fui hablar con el teniente coronel sobre la situación en la que se encontraba mi hijo, ni siquiera respondió al saludo. No me miró (…). Le rogué que lo vigilaran porque estaba deprimido y había atentado contra su vida. Le pedí que le quitaran todo con lo que pudiera hacerse daño, (hasta) la ropa si era necesario. Ellos eran los responsables de la vida de mi hijo”, dijo.

La última vez que se vieron fue el 13 de diciembre.

“Le dije que lo quería como fuera, que no se hiciera nada; él me aseguró que estaba tranquilo porque en unos días los presos que le habían amenazado y puesto las pastillas, ya se iban, y a él lo sacaban de la celda de aislamiento”.

Tres días después supo a través de una llamada telefónica que habían encontrado a su hijo muerto, ahorcado con la sábana atada a la reja de la celda.

“Murió en la mañana, pero no me llamaron hasta la noche, y me entregaron el cuerpo al día siguiente en la funeraria (…). Cuando vestía el cadáver me di cuenta de los moretones que tenía en la espalda y las manos; además la marca del cuello no parece hecha por una sábana”, señala.


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