En las últimas semanas, ha crecido la preocupación entre la comunidad cubana en Miami y en Florida en sentido general, por la entrada continua de represores del régimen cubano a los Estados Unidos, particularmente aquellos involucrados en la represión de las protestas del 11 de julio de 2021. Uno de los casos recientes es el de Daniel Morejón García, señalado como responsable de la encarcelación de tres personas inocentes en Artemisa, Cuba, y de mantener a otra bajo libertad condicional.
Morejón García, quien logró ingresar a los Estados Unidos de manera clandestina, supuestamente se encuentra en la casa de su hija en Miami. Este hecho ha generado una oleada de indignación entre los exiliados cubanos que ven cómo aquellos que participaron en la represión de sus compatriotas ahora buscan refugio en el país que históricamente ha sido un bastión de libertad y un refugio para los perseguidos por el régimen castrista.
La entrada de individuos como Daniel Morejón García pone en evidencia la necesidad urgente de adoptar medidas más efectivas para identificar a estos represores antes de que se establezcan en suelo estadounidense. Los casos de funcionarios y colaboradores del régimen que han participado en actos de represión y luego buscan asilo en EE.UU. están en aumento, y es esencial que las autoridades estadounidenses intensifiquen sus esfuerzos para detectar y devolver a estas personas a Cuba.
Para la comunidad cubana en el exilio, es inaceptable que quienes han sido responsables de violaciones de derechos humanos en Cuba ahora disfruten de las libertades y oportunidades que ofrece Estados Unidos. Es crucial que se implemente un proceso riguroso de verificación y cruce de información, tanto con activistas en el exilio como con fuentes dentro de Cuba, para impedir que estos represores se escondan bajo el manto del anonimato y eviten la justicia.
Los exiliados cubanos en Miami han lanzado un llamado a la comunidad para que aporte cualquier información relevante sobre la ubicación de estos individuos. Se insta a quienes tengan conocimiento de la presencia de represores en sus vecindarios a que lo reporten, incluso de manera anónima, para que las autoridades puedan tomar las medidas necesarias.
Este problema no es solo una cuestión de seguridad nacional para los Estados Unidos, sino también una cuestión de justicia para las víctimas del régimen cubano. Permitir que los represores vivan tranquilamente en el país que simboliza la libertad es una afrenta a los principios democráticos y un insulto a aquellos que han sufrido bajo la represión del gobierno cubano.
Es hora de que las autoridades estadounidenses refuercen sus controles y aseguren que aquellos que han oprimido a su propio pueblo no encuentren refugio en un país que defiende los derechos humanos y la libertad.
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