Una familia de migrantes fue expulsada de Estados Unidos luego de ser detenida por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) cuando viajaban a Houston para que su hija de 10 años, diagnosticada con cáncer cerebral, recibiera atención médica. A pesar de que cinco de los niños son ciudadanos estadounidenses, fueron deportados junto con sus padres, quienes carecen de estatus legal.
Este caso refleja los peligros que enfrentan muchas familias migrantes en Estados Unidos, particularmente aquellas en situación irregular, que se ven obligadas a sortear controles para acceder a servicios médicos.
El matrimonio, de origen mexicano, había llegado a EE.UU. en 2013 en busca de mejores oportunidades. Se establecieron en Texas, donde nacieron sus hijos. El 4 de febrero, la familia viajaba desde Río Grande City a Houston cuando fueron detenidos por agentes de ICE en un control migratorio. A pesar de que presentaron documentos médicos y legales que justificaban su desplazamiento, los oficiales no hicieron excepciones y los deportaron a México.
El hijo mayor, de 17 años, quedó en Texas, separado de sus padres y hermanos. Mientras tanto, la familia pasó días en un albergue en México hasta conseguir refugio temporal en una vivienda. Sin embargo, viven con miedo y desesperación, ya que su hija necesita continuar su tratamiento en EE.UU. y cada día que pasa sin atención médica pone su vida en riesgo.
A la niña le diagnosticaron cáncer cerebral en 2024 y se sometió a una cirugía para extirpar un tumor. Aunque logró sobrevivir, la inflamación en su cerebro persiste, lo que le causa dificultades para hablar y moverse. Antes de la deportación, asistía regularmente a terapias de rehabilitación y tomaba medicamentos para evitar convulsiones.
Su hermano de 15 años también enfrenta una condición delicada. Padece el síndrome de QT largo, un trastorno cardíaco potencialmente mortal que requiere monitoreo constante, algo que ahora es imposible en México.
Los padres han denunciado que, durante la detención, las condiciones fueron inhumanas. La madre relata que la niña tuvo que acostarse en un suelo frío sin recibir ningún tipo de cuidado especial, a pesar de su estado de salud.
La deportación de esta familia ha generado indignación entre organizaciones de derechos humanos, que exigen al gobierno de EE.UU. permitir su reingreso para garantizar la atención médica de los menores. “Es inaceptable que el sistema migratorio castigue a niños estadounidenses y ponga en peligro sus vidas por el estatus legal de sus padres”, declaró Rochelle Garza, presidenta del Proyecto de Derechos Civiles de Texas.
El abogado de la familia, Danny Woodward, enfatizó que los padres no tienen antecedentes penales y que la deportación fue una medida desproporcionada. Mientras tanto, la lucha continúa para que puedan regresar a EE.UU. y evitar que su hija enfrente lo que podría ser una sentencia de muerte.