El nieto del fallecido dictador cubano Fidel Castro, Sandro Castro, volvió a generar polémica tras la difusión de un nuevo video en redes sociales, en el que protagoniza un diálogo cargado de vulgaridades, provocaciones políticas y referencias sexuales, confirmando una vez más el contraste entre su estilo de vida y la realidad que enfrentan millones de cubanos.
Durante la grabación, Sandro Castro responde a una serie de preguntas formuladas por un interlocutor no identificado. En el intercambio, el joven vuelve a afirmar haber mantenido una relación con la influencer Samantha Spínola, lo que constituye la segunda ocasión en que realiza públicamente esa declaración, reavivando comentarios y controversias previas en redes sociales.
La reiteración del tema refuerza su estrategia de provocación mediática y exhibicionismo personal.
El diálogo avanza entre bromas de mal gusto, insinuaciones sexuales y referencias delirantes, incluyendo menciones al llamado “Caballero de París”, figura icónica de La Habana, a quien Sandro alude de manera frívola y sin respeto.
El tono del video oscila entre la burla y la incoherencia, reflejando una actitud de despreocupación absoluta por la imagen pública y por el contexto social del país.
Uno de los momentos más reveladores ocurre cuando se le pregunta si el 31 de diciembre habrá corriente eléctrica en Cuba. Sandro responde con ironía, admitiendo implícitamente lo improbable del suministro eléctrico, una realidad cotidiana para la población, afectada por apagones prolongados. Su respuesta, lejos de mostrar empatía, se presenta como una burla abierta a la crisis energética que golpea a la Isla.
El video también incluye una ofensa directa contra el presidente estadounidense Donald Trump, comentario que deja en evidencia la alineación ideológica del nieto del dictador con el discurso oficial del régimen cubano.
La burla, expresada en términos groseros, refuerza la percepción de que Sandro Castro se siente protegido por su apellido y ajeno a cualquier consecuencia.
Estas declaraciones se producen en un contexto de creciente malestar social, represión política y crisis económica.
Mientras jóvenes cubanos son encarcelados por expresarse en redes sociales, Sandro Castro disfruta de una impunidad absoluta, utilizando plataformas digitales para exhibir excesos, privilegios y desprecio por normas básicas de convivencia.
Para amplios sectores de la opinión pública, el comportamiento del nieto “predilecto” del castrismo se ha convertido en símbolo del doble rasero del poder en Cuba: una élite intocable que se burla abiertamente del sufrimiento popular, mientras el ciudadano común enfrenta censura, pobreza y castigo por opinar.
El video, lejos de ser una simple excentricidad, vuelve a poner sobre la mesa el debate sobre privilegios, impunidad y desconexión total entre la cúpula heredera del poder y la Cuba real.
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