La reciente decisión del régimen cubano de unirse a Sudáfrica en una demanda contra Israel ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por supuesto genocidio en la Franja de Gaza pone en evidencia, una vez más, su inconsistencia moral y política. Mientras el gobierno de Miguel Díaz-Canel alza su voz contra las acciones de Israel, guarda un absoluto silencio sobre los crímenes documentados de Vladimir Putin en la guerra contra Ucrania, demostrando un doble rasero que mina cualquier pretensión de autoridad moral en la arena internacional.
Desde su fundación, el régimen cubano ha utilizado causas internacionales para proyectarse como un defensor de los derechos humanos y la justicia social. Sin embargo, esta postura se desmorona al observar su apoyo incondicional a Vladimir Putin, líder de una guerra que ha dejado miles de muertos y desplazados en Ucrania. A pesar de las múltiples acusaciones de crímenes de guerra contra Putin por parte de la Corte Penal Internacional (CPI), Cuba no solo se abstiene de condenarlo, sino que mantiene estrechos lazos económicos, militares y diplomáticos con Moscú.
La CPI emitió en marzo de 2023 una orden de arresto contra Vladimir Putin, acusándolo de crímenes de guerra, entre ellos:
Deportación forzada de niños: Más de 20,000 menores ucranianos han sido trasladados ilegalmente a Rusia desde territorios ocupados, en violación del Estatuto de Roma. Este acto, descrito como un intento de desarraigar culturalmente a las futuras generaciones ucranianas, es considerado un crimen de guerra.
Ataques deliberados contra civiles e infraestructura: Desde el inicio de la invasión, las fuerzas rusas han bombardeado zonas residenciales, hospitales y escuelas. Ejemplos como el ataque al teatro de Mariúpol y los bombardeos a centrales eléctricas son claras violaciones al derecho internacional.
Torturas, violaciones y ejecuciones: En ciudades como Bucha, las tropas rusas cometieron atrocidades documentadas, incluyendo ejecuciones extrajudiciales y violencia sexual sistemática contra civiles.
Uso de armas prohibidas: Rusia ha empleado armas de racimo y municiones termobáricas en áreas urbanas, causando un sufrimiento desproporcionado en la población civil.
Manipulación de territorios ocupados: La imposición de referendos fraudulentos y la anexión de regiones ucranianas violan flagrantemente la soberanía de Ucrania y el derecho internacional.
Mientras el mundo condena estos actos, el régimen cubano prefiere ignorarlos, revelando su hipocresía. La Habana no solo se abstiene de criticar a Putin, sino que lo respalda abiertamente en foros internacionales. Esta actitud se debe a los intereses estratégicos que comparte con Rusia, desde el suministro de petróleo hasta el apoyo político y militar, evidenciando que sus principios están supeditados a conveniencias económicas y geopolíticas.
Por otro lado, el régimen cubano se une a la denuncia contra Israel, acusándolo de genocidio en la Franja de Gaza. Si bien las acciones de Israel son debatibles en el contexto del conflicto con Hamás, resulta llamativo que el gobierno cubano invoque el derecho internacional en este caso, mientras ignora los informes detallados de crímenes atroces cometidos por su aliado ruso.
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