Ante los rumores difundidos en redes sociales sobre posibles daños graves en la presa Carlos Manuel de Céspedes, en el municipio de Contramaestre, provincia de Santiago de Cuba, las autoridades cubanas negaron este viernes que exista “ningún tipo de peligro” para la población.
Antonio Rodríguez Rodríguez, presidente del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), afirmó que el embalse “mantiene sus parámetros técnicos en toda su infraestructura” y que se realiza una “vigilancia permanente” sobre el lugar.
“Muchos de sus trabajadores fueron afectados por el huracán y, sin embargo, se encuentran en el lugar cumpliendo con la tarea que les corresponde”, señaló Rodríguez durante una visita al sitio junto a directivos de la Empresa de Aprovechamiento Hidráulico de Santiago.
Respecto a los deslizamientos de tierra reportados en redes sociales tras el impacto del huracán Melissa, el funcionario explicó que estos se produjeron únicamente “en la capa vegetal” y no comprometieron la estructura de la presa. También anunció que una brigada especializada trabaja en la restitución de los daños superficiales detectados durante la inspección técnica.
“La población puede estar tranquila”, aseguró Rodríguez Rodríguez en un video divulgado por la directora de la empresa santiaguera del sector y otros usuarios en plataformas digitales. El funcionario reiteró que la presa de Contramaestre funciona con normalidad y actualmente “se encuentra vertiendo por sus aliviaderos”.
El presidente del INRH añadió que, en general, los embalses del oriente cubano solo sufrieron pequeñas afectaciones como consecuencia del huracán Melissa y que estas “en ningún caso atentan contra su estabilidad”.
Antes de sus declaraciones, diversas publicaciones en redes sociales habían alertado sobre supuestos deslizamientos de gran magnitud en la presa Carlos Manuel de Céspedes, los cuales, según esos reportes no oficiales, habrían representado un peligro para la población de Contramaestre ante la presunta falta de medidas de emergencia.
El huracán Melissa, que causó importantes daños materiales en la región oriental, también provocó un notable incremento del nivel de agua en los embalses de la zona, muchos de los cuales se encontraban deprimidos por la prolongada sequía. Sin embargo, el evento meteorológico afectó infraestructuras hidráulicas y eléctricas esenciales para el bombeo y la distribución del líquido, lo que ha complicado aún más el ya precario suministro de agua en Santiago de Cuba y otros territorios cercanos.