El helicóptero turístico que se estrelló trágicamente en el río Hudson, dejando seis fallecidos, había realizado siete vuelos previos ese mismo día y no contaba con grabadoras de vuelo a bordo, según informaron las autoridades estadounidenses.
La Junta Nacional de Seguridad en el Transporte (NTSB, por sus siglas en inglés) confirmó que el aparato, un Bell 206 L-4, estaba en pleno recorrido turístico cuando cayó al agua helada el jueves pasado, provocando la muerte de todos sus ocupantes: una familia española compuesta por cinco personas y el piloto, un exmilitar con experiencia.
De acuerdo con el informe preliminar de la NTSB, la aeronave no estaba equipada con caja negra ni grabadoras de audio o vídeo que pudieran ayudar a esclarecer con precisión lo ocurrido en los momentos previos al accidente. Esto representa una limitación considerable en el avance de la investigación, ya que no se dispone de registros internos del vuelo.
Aunque la causa del accidente aún no ha sido determinada, los investigadores han logrado recuperar partes importantes de la aeronave, incluida la cabina, el tubo de cola, estabilizadores y parte de la estructura vertical. Sin embargo, las palas del rotor principal aún no han sido localizadas, lo cual podría ser clave para entender la mecánica del siniestro.
Los restos del helicóptero han sido trasladados a las instalaciones de la NTSB en Washington D.C., donde se continuará con el análisis técnico. La última revisión significativa del aparato, según se detalló, fue realizada el 1 de marzo, aunque aún no se ha revelado si presentaba algún problema previo.
La tragedia ha generado conmoción tanto en Estados Unidos como en España. Las víctimas fueron identificadas como Agustín Escobar, Merce Montal y sus tres hijos pequeños: Agustín, de 10 años; Mercedes, de 8; y Víctor, de 4. Todos murieron en el impacto, al igual que el piloto Sean Johnson, un veterano de la Marina con años de experiencia en vuelos civiles.
El recorrido turístico sobre el río Hudson, una actividad popular entre visitantes extranjeros, se encontraba en su segunda mitad cuando ocurrió el accidente. Según testigos, el helicóptero descendió de forma abrupta y terminó impactando contra el agua sin mostrar señales previas de emergencia visibles desde tierra.
Este accidente ha puesto nuevamente en el centro del debate la seguridad de los vuelos turísticos, especialmente aquellos que operan con aeronaves más antiguas o que no están equipadas con tecnología moderna de registro de datos. Autoridades federales han comenzado a revisar los protocolos actuales para determinar si deben imponerse nuevas medidas obligatorias para este tipo de operaciones.
La investigación continúa, y se espera que en las próximas semanas la NTSB ofrezca un informe más detallado con hallazgos que permitan entender las causas del trágico suceso.
¿Robert Sarah, el próximo Papa? Tradición, espiritualidad y controversia en el Vaticano
Hace 7 horas
'¿No vamos a hablar?¨, Una llamada urgente a romper el silencio desde la Cuba invisible
Hace 2 horas