El periodista cubanoamericano Mario J. Pentón protagonizó un inesperado encuentro este fin de semana en el aeropuerto de Barajas, en Madrid, cuando reconoció a Fernando González Llort, uno de los espías cubanos condenados en Estados Unidos por el caso de “Los Cinco”.
El exagente, hoy dirigente del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), evitó cualquier diálogo, limitándose a decir “no voy a hablar contigo” antes de marcharse apresuradamente acompañado por su actual esposa, Lisnay Mederos Torres, fiscal general de La Habana.
"Mientras el pueblo de Cuba sobrevive en la miseria y apagones, los jerarcas del régimen disfrutan de viajes por todo el mundo", denunció Pentón, quien compartió en sus redes sociales un video del breve encuentro. La presencia de González no pasó inadvertida para otros cubanos presentes, quienes le gritaron “espía” y “asesino” en referencia a su historial como parte de la red de espionaje Avispa y su papel represivo en defensa del régimen cubano.
González Llort fue liberado en 2014 tras cumplir casi 18 años de prisión en Estados Unidos. Desde entonces ha ocupado diversos cargos políticos en Cuba, incluyendo una diputación y la dirección del ICAP, entidad usada para fortalecer la narrativa oficialista en el exterior. Su anterior esposa, Rosa Aurora Freijanes, fue una figura clave en la campaña internacional por la excarcelación de “Los Cinco” y falleció en 2021.
El encuentro en Barajas se produjo en un contexto mayor: la visita a España de Gabriela Fernández, vocera del régimen cubano y presentadora del programa oficialista Con Filo. Su gira, titulada “Juventud cubana en tiempos de Trump”, ha sido impulsada por el Movimiento Estatal de Solidaridad con Cuba y ha incluido conferencias en ciudades como Madrid, Barcelona, Zaragoza, Valencia y Sevilla. Sin embargo, la presencia de Fernández ha generado intensas reacciones por parte del exilio cubano en Europa.
"Cada vez que vengan aquí no los vamos a dejar tranquilos", advirtió el activista Lucio Enríquez Nodarse, residente en España, durante una manifestación pacífica en rechazo a la propaganda del régimen. Las protestas, organizadas principalmente por cubanos exiliados, exigen libertad para los presos políticos en la Isla y denuncian el uso de recursos estatales en campañas de manipulación internacional mientras el pueblo cubano enfrenta precariedades extremas.
La coincidencia de estos hechos ha vuelto a poner en el centro del debate la contradicción entre los privilegios de la élite castrista y la dura realidad que vive la ciudadanía dentro de la Isla.
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