En un emotivo evento que congregó a miles de cubanos y devotos, la Ermita de la Caridad en Miami celebró su 50º aniversario. La solemne misa, presidida por el Arzobispo de Miami, Mons. Thomas Wenski, marcó no solo un hito religioso, sino también un simbolismo profundo de la cubanía en el exilio.
Desde su fundación el 2 de diciembre de 1973, la Ermita ha sido un faro de fe y refugio para la comunidad cubana en Miami. El Arzobispo Wenski, en su conmovedora homilía, rememoró la historia de la Ermita, destacando su relevancia en la vida de los cubanos fuera y dentro de la isla. La Ermita, según Wenski, es un símbolo de unidad e identidad, donde los cubanos, independientemente de su ubicación, permanecen conectados a través de la fe y la devoción a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba.
El evento fue también un recordatorio de los desafíos enfrentados por la comunidad cubana, como señaló Wenski, refiriéndose a los miles de cubanos que han dejado la isla en busca de libertades económicas, civiles y políticas. La Ermita, en palabras del líder religioso, es un hogar espiritual para estos "nuevos desterrados".
Además de la misa, la celebración incluyó el reconocimiento a figuras clave en la historia de la Ermita. Entre ellos, Mons. Agustín Aleido Román, cuyo legado como fundador fue aplaudido con emoción por los asistentes.
El rector del Santuario, el sacerdote José Joaquín Espino, destacó la Ermita como un centro de evangelización y esperanza. "El Santuario es la casa espiritual de los cubanos, de los latinoamericanos y de todos los hijos de Dios", afirmó Espino.
Este aniversario también se conmemoró con la entrega de una medalla conmemorativa al Papa Francisco, y la promesa del Arzobispo de Santiago de Cuba, Mons. García Ibáñez, de llevarla a la Basílica Menor Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre en Santiago de Cuba.
Con la presencia de personalidades de la comunidad cubanoamericana y momentos culturales como la interpretación del estribillo de “Veneración”, la Ermita reafirmó su rol en la preservación de la cultura y fe cubanas.
La Ermita de la Caridad se consolida así como un ícono de la devoción cubana y un símbolo de amor y esperanza para los cubanos en cualquier parte del mundo.
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